Wednesday, November 23, 2005

Una mujer

"-una mujer europea, una mujer inteligente, una mujer hermosa, una mujer educada, una mujer con conocimientos de política internacional, una mujer con conocimientos de marxismo, una mujer a la que no es preciso explicarle todo desde el abc, una mujer que con preguntas inteligentes estimula el pensamiento del hombre, una mujer de moral insobornable, una mujer de gusto impecable, una mujer de vestir discreto y elegante, una mujer joven y madura a la vez, una mujer con conocimiento de bebidas, una mujer que sabe elegir el menú adecuado, una mujer que sabe ordenar el vino adecuado, una mujer que sabe recibir en su casa, una mujer que sabe dar órdenes al personal de servicio, una mujer que sabe organizar un recibimiento para cien personas, una mujer de aplomo y simpatía, una mujer deseable, una mujer europea que comprende los problemas de un latinoamericano, una mujer europea que admira a un revolucionario latinoamericano, una mujer más preocupada no obstante por el tráfico urbano de París que por los problemas de un país latinoamericano colonizado, una mujer atractiva, una mujer que no se conmueve ante la noticia de una muerte, una mujer que oculta por algunas horas el telegrama con la noticia de la muerte del padre de su amante, una mujer que se niega a dejar su trabajo en París, una mujer que se niega a seguir a su joven amante en el viaje de regreso a la selva cafetalera, una mujer con dificultades para olvidar un amor verdadero, una mujer que sabe lo que quiere, una mujer que no se arrepiente de su decisión, una mujer peligrosa, una mujer que puede olvidar rápidamente, una mujer con recursos propios para olvidar lo que ya sólo será un lastre, una mujer que hasta podría olvidar la muerte del muchacho que regresó a su patria..."


(Manuel Puig, "El beso de la mujer araña", año 1976, fragmento tomado del capítulo seis)