Monday, October 31, 2005

Final de viaje

El sábado a la tarde trepé los 456 escalones que llevan al mirador del Cerro Santa Ana. Desde allí se domina prácticamente todo Guayaquil. Da gusto ir subiendo lentamente a través del Barrio Las Peñas mientras los vecinos saludan sentados en las puertas de sus casas de distintos colores. Sobre sus peñas y peñascos (de allí el nombre del barrio) se iniciaron las construcciones de amurallamiento de la ciudad en la época colonial (1682), así como un fuerte armado de cañones para su defensa contra los frecuentes asaltos de los corsarios.

Saqué fotos de muchos de sus rincones y la pasé conversando con la gente. Una simpática señora de unos 80 años me preguntó si era holandés y al explicarle que soy latinoamericano como ella me pidió que la trajese conmigo a Buenos Aires. En fin, una experiencia muy gratificante. Los ecuatorianos son muy cálidos.

Al descender volví a recorrer el malecón y comenzó a invadirme una sensación que me acompaña indefectiblemente al final de cada viaje: se trata de una mezcla de nostalgia con una especie de deseo de cambiar algunas cosas en mi vida, algo que no termino de descifrar.

Tomé luego la avenida 9 de octubre (día de la independencia del Ecuador en el año 1820), que atraviesa de punta a punta el centro de la ciudad, mezclándome entre ríos de gente que se agolpaba en las mesas de oferta de los negocios en busca de alguna compra de fin de semana.

Oscureciendo regresé al hotel, donde Gran jefe seguía incólume en su oficina improvisada, frente a sus apuntes. Hicimos check out y nos trasladaron al aeropuerto. Tarjetazo cubrió unos pocos regalos en el free shop.

Arriba del avión, un bodriazo en la pantalla. Una avejentada Jane Fonda (aunque aún preserve su distintiva fineza), luchando estoicamente contra un pésimo guión hollywoodense, logró robarme alguna sonrisa. Al decir de Manuel Puig: "Tiene esa cosa tan linda de algunas mujeres grandes, que es ese poquito de coquetería, dentro de la seriedad, por la edad, pero que se les nota que siguen siendo mujeres y quieren gustar".

Escala en Santiago de Chile. Acampamos un par de horas en el mismo bar que nos acogiera hace poco tiempo a la petisa y a mí en una visita a amigo pesh. Jugo de naranja y el beso de la mujer araña. No pude dormir en todo el viaje. Gran jefe, desmayado de principio a fin.

Buenos Aires nos recibe soleado y con frío. Mujer e hijas de Gran jefe nos esperan. Me llevan a casa. Al despedirnos, trato de transmitirle todo mi agradecimiento por un viaje tan enriquecedor, pero el tipo no es muy afecto a la expresividad y me saluda torpe y velozmente.

A mi arribo, no encuentro nada de lo que esperaba. Ni siquiera tengo llaves. Mi amiga (y vecina) Lucy me banca los bolsos y una siestita en el sillón. Un poco más descansado, salgo de paseo por las calles de mi barrio. Me instalo en Epicúreos a leer diarios y revistas, mientras degusto dos copas de vino y le entro a unas bruschettas. Qué bien se come en esta ciudad.

Finalmente, aparece la petisa, tuvo una semana difícil y la entiendo. Estoy muy contento de verla. Ella escucha atentamente todos mis cuentos, repasa mis fotos y sonríe. Las luces de los departamentos vecinos le rozan tímidamente parte de la cara. Y yo la miro.

Saturday, October 29, 2005

Cierre argentinísimo

Centro de Convenciones Cristianas, el auditorio de mayor capacidad de la Ciudad de Guayaquil, se encuentra completo. Miles de latinoamericanos aquí reunidos aguardan atentos la exposición magistral del enorme profesor argento. Su predecesor, un maestro mendocino desconocido en estas tierras, se luce tanto que da orgullo oírlo y deja todo listo para que lo suceda la aparición de esta especie de profeta fuera de su propia tierra. Su guayabera deja paso a un elegantísimo traje cruzado, el tipo está impecable. A paso cansino, se acerca al púlpito y comienza diciendo: "Hermanos ecuatorianos: creo que ustedes no me conocen tanto como yo los conozco a ustedes". Inmediatamente después pasa revista a una serie de destacadas personalidades de este país y se sumerge en sus ciudades y accidentes geográficos, que asegura haber recorrido en su juventud. Un monstruo. El lugar se viene abajo, la gente se pone de pie y aplaude hasta el cansancio. Realmente hay que verlo para creerlo, el profesor parece una especie de shaman. Termina su exposición aconsejando: "Crean en sus instituciones, ustedes tienen enorme carácter, dejen de lado las mezquindades, únanse y no dejen que de afuera les indiquen qué hacer". Nueva ovación. El hombre agradece y baja del púlpito. Su discurso, debo decirlo, fue emotivo e impecable. Una marea de gente se le va encima con cámaras de fotos y libros para dedicar. La escena es maradoniana.

De regreso al hotel, camarones empanizados, bar vecino, invento un trago con amaretto que tiene rápida aceptación en la mesa y con Gran jefe y estudiantes locales hacemos un balance del congreso. La verdad es que valió la pena y el cierre fue un orgullo absoluto. El año que viene es en Bogotá y Gran jefe dice que volveremos, la idea no me disgusta para nada.

Hoy íbamos a ir a la playa, pero el día amaneció muy feo. Me debo una escalada del Cerro Santa Ana, cuya vista es imperdible, dicen. Allá voy.

El florido capitán viene en su masserati pelando alguna

La mina con cara de animadora infantil
se caga de risa cuando un tipo en el bar
viene a pedir plata, un tipo
que tiene sida.
La debilidad fortaleza.
Gente que limpia baños.
Gente que levanta ladrillos.
Gente que va
con enormes cajas de lata
a cortar uvas y tirarlas
en el acoplado de un tractor.


(Santiago Llach, "La Raza", Editorial Siesta, año 1998)

Friday, October 28, 2005

Un día completo

Ayer me desperté a las 9.57, tres minutos antes de que corten el desayuno. Raudamente y con los ojos semiabiertos me encargué de no perderlo. Luego volví un rato a la cama y tuve una horrenda pesadilla. Me levanté aliviado de que no fuera cierta y decidí que era hora de recorrer un poco más esta hermosa ciudad. Gran jefe, obvio es decirlo, prefirió permanecer en el lobby rodeado de sus preciados papeles de trabajo.

Taxi al otro malecón, el del salado. La cosa es así: Guayaquil está rodeada de agua, como muchas otras ciudades. De un lado, el río Guayas y sobre éste, el malecón 2000 (que así le llaman). Del otro, un brazo del mar que llega hasta aquí, denominado Estero Salado, que también tiene su malecón. Ambos deben haber sido construidos por el mismo arquitecto, puesto que sus similitudes son muy evidentes.

Caminando felizmente llegué al paseo de los escritores, una suerte de homenaje al llamado Grupo de Guayaquil, un conjunto de cinco escritores locales que realizaron una obra, entre 1930 y 1934, que conserva un sello común. Me puse a leer y me traje algunos breves pasajes:

José de la Cuadra (1903 - 1941): "La casa era enorme, anchurosa, con cuartos inmensos, con galerías extensísimas. Las fachadas estaban acribilladas de ventanas, entraban al interior el aire y el sol con una desmesurada abundancia"

Joaquín Gallegos Lara (1909 - 1947): "Una vez varada la canoa se metió entre los mangles. Sus pies desnudos parecían alados. Ni un rumor arrancaban de las hojas muertas"

Enrique Gil Gilbert (1912 - 1973): "La noche murmuraba un secreto a las cosas. Estaba llena de vacío negro. El ruido del silencio absoluto vibraba. -Es el tren que va a venir, explicaban der entre ellos algunos, que habían estado por arriba y lo conocían. Era un carro enorme que corría más duro que un parejero y parecía animal"

Demetrio Aguilera Malta (1909 - 1981): "Guayaquil... Le habían hablao de la gran ciudad. Diz que era enorme. Enormísima. Diz que tenía casas de todos los colores. Llenas de gente. Dizque aunque lloviera -los crestianos usaban unas cosas raras para taparse- nadie se mojaba. Dizque llegaban a ella -quien sabe de donde- barcos negros. Que echaban humo..."

Alfredo Pareja Diezcanseco (1908 - 1993): "Bien pensado, Redama, todo el mundo desearía ser otra. Sólo los vanidosos o los estúpidos quieren permanecer en lo que son" "Porque empiezo a ver claro que puedo llegar a abandonar todo deseo de ser comprendido tan sólo con empeñarme en comprender a los otros"

Más que satisfecho, seguí mi recorrida. Parejas de enamorados se besaban en las escalinatas que acaban sobre el agua salada. Descubrí un club de canotaje donde varios jóvenes locales se aprestaban a remar. Me crucé en los jardines (la fauna aquí es increíblemente tropical) con las iguanas más grandes que he visto en mi vida y llegué a una exposición de aves de la región, en su mayoría loros y papagayos. Había que pasar por una especie de túnel rodeado de jaulas donde los coloridos pájaros gritaban sin cesar. No me quedó claro quién estaba dentro de la jaula, si ellos o yo. El papagayo de Guayaquil (especie en peligro) es impresionante. Me entraron ganas de abrir todas las jaulas y dejarlos salir, aunque sea por un rato, pobres bichos.

De vuelta al hotel, Gran jefe me hablaba de trabajo, yo me pedí un arroz con camarones e hice que prestaba atención mientras reconstruía mentalmente el paseo que acababa de hacer. Encontré un mensaje de madder con excelentes noticias: pequeño oko de alta ya llegó a su casa. El congreso estuvo bien, aunque ya en el tercer día comenzó a hacérseme un poco tedioso.

Después de eso, hicimos recorrida por bares con compañeros ecuatorianos. Tomé vodka con red bull. Bastante. Ahora me duele la cabeza. Encontré un locutorio baratito. Voy a llamar por teléfono a Buenos Aires.

Thursday, October 27, 2005

Guayaquiloyds

Today, desayuno violento, omelette, salchichas, tocino y demás porquerías. Mi panza no tan contenta de arrancar así. Gran jefe exige un poco de actividad laboral. Prometo dedicación exhaustiva en la pileta. Él prefiere lobby oscuro y traje formal. Mientras tanto, yo nado. Como de costumbre, sol sin protección e incendio corporal. Mediodía, almuerzo ceviche (finalmente) de hotel.

Congreso, expositores de alto nivel, pero a la vez temario más aburrido y escabroso. Me hacen una nota para la televisión local, me deshago en elogios hacia la organización y calidez ecuatoriana. Enorme profesor argento hace su aparición en guayabera y chancletas, el revuelo es enorme, el tipo tiene carisma. Discípulo local de extrema izquierda agita auditorio, se tira contra Bush, iglesia, multinacionales, gobierno y otras yerbas globalizantes. Lo felicito al finalizar la disertación por su valentía y coraje (me gustan los tipos que tienen huevos).

Llega la nuit. Descubrimos bar lindero al hotel frecuentado por compatriotas aquí radicados. Buena música, cerveza y gente linda. Gran jefe baila como en fiesta de las películas de Olmedo y Porcel. El tipo me cae simpático y además paga toda la cuenta sin chistar. No tengo de qué quejarme.

Wednesday, October 26, 2005

La moral del bufón

-La verdad del Modelo, es su propia
caricatura, y ésta revela
la mentira de su falsa perfección.

Viéndonos, así, caricaturescos,
nos entendemos: espejo somos,
de lo deforme que el Modelo oculta.

Vida como parodia de la vida,
risible senda en la que el suicidio,
su idea, ronda hasta el bebé.

La mezcla, el remedo y el disfraz
que a nosotros el Modelo inspira,
anuncian, desde siempre, la tragedia.

Desde el reir, lo trágico mirado;
la tragedia que empieza en la parodia,
sigue en caricatura y da en grotesco.

La tragedia que cede su lugar
a esas tres formas y, con ellas,
se confunde en violento carnaval.

En ese albur, es claro, estamos todos;
somos batracios de una misma charca,
con un croar que nos identifica,

el croar de la época: un griterío,
que expresa nuestro horror que causa risa
y nuestra risa que provoca horror.

Así, el torniquete de la historia
sentir nos hace su chiste a carcajadas,
que devolvemos con más locura y crimen.

Y trágicos por cómicos y cómicos
por trágicos, en este laberinto
de horror y risa, sea nuestra guía

la moral del bufón: sus comiqueos.


(Leónidas Lamborghini, "La risa canalla (o la moral del bufón)", Paradiso Poesía, año 2004)

Bienvenidos al XVII Congreso Latinoamericano

Día completo el de hoy. A la mañana asistimos con Gran jefe a la apertura del congreso. Olía a internas políticas locales e inentendibles. Oradores gritones y desorganización bananera. Lo que sí, hay que decirlo, los ecuatorianos son extremadamente amables y su himno (cantado a flor de piel por el auditorio en pleno) muy bonito.

Terminada la inauguración de vuelta al hotel. Gran jefe se encierra a trabajar en su cuarto. Se me ocurre ir a dar una vuelta, lo llamo y no contesta. Cazo un taxi y me voy al malecón. Nada más lindo que perderse en una ciudad desconocida. Camino con mis zapatillas de tenis, emulando al rubio, y me sorprendo gratamente. El malecón sobre el río Guayas es un espectáculo que deberíamos imitar en la reina del plata. Sus jardines plagados de especies de variados colores me llenan los ojos. Al final me topo con una exposición de fotografías históricas de la zona que no tiene desperdicio. Soy feliz.

Llego al lobby a encontrarme con Gran jefe para el almuerzo. Propongo un par de lugares típicos que averigüé conversando con los hermanos ecuatorianos, pero el kía prefiere ahorrar tiempo y cruzar a lúgubre shopping sin nada para ver. Comida chatarra, cielo raso. Pienso en decirle que hay una Guayaquil entera para ver allá fuera. No vale la pena, no lo entendería.

Siestita reparadora. Centro de Convenciones Cristianas, altos expositores. Gran jefe quiere foto con cada uno de ellos. Me luzco. A esta altura creo haberme pagado el viaje. Los estudiantes locales creen que somos Gardel y Lepera, nos custodian al hotel y nos llevan de gira por distintos bares. Nuestros deseos son órdenes. No tengo muchos deseos. Escribir un poco y leer mail de la petisa, eso es todo.

En uno de los bares, tomando una quilmes (sí, una quilmes), me encuentro con el lobo, de pura casualidad. Parece mentira, un martes a la noche, en una ciudad tan grande.

Amigos de mi amigo quieren traer futbolistas argentinos al Emelec. Les tiro un par de premoniciones boedísticas. A la cuarta cerveza aborto misión, rescato a Gran jefe bebedor de energizante y emprendemos retirada.

Tengo algo de un gran poeta para postear, pero me da fiaca ir al cuarto y volver, si subo la quedo. Tal vez mañana miércoles. Veremos.

Tuesday, October 25, 2005

En la línea del ecuador

Hice un montón de cosas antes de llegar a Ezeiza. El laburo quedó ok. Mandé ropa a lavar, devolví el dvd que no ví (como siempre), llamé a pequeño oko en franca mejoría: parece que mañana ya lo largan.

En sala de embarque, luego de check in y migraciones, consigo empezar a relajarme. Me voy a un congreso, Guayaquil city. La idea me resulta interesante, no tanto por el congreso que me nefrega, sí por el cambio de aire: despejo la cabeza, conozco un nuevo país y en una de esas, si tengo suerte, me puedo llegar a meter al mar. Y a caballo regalado...

Me traigo el fono del lobo (surfero viejo casado con niña de estas tierras) para que me oriente un poco, porque la experiencia indica que con alguien de la casa uno se evita el derecho de piso, andando de aquí para allá pifie que te pifie.

Avión completo, me pregunto qué hace tanta gente volando a Guayaquil un lunes a la tarde. Gran jefe elige lugar, a lo largo del viaje se irá asustando poco a poco a raíz de distintos turbulentos sacudones. Yo ni me entero, duermo plácidamente.

Comida de avión, bastante respetable esta vez, lomo al champignon que devoro aunque no me gusten los champignones. Gran jefe quiere ir al baño otra vez, desearía saber por qué razón habrá querido ventanilla. Se me viene a la cabeza un capítulo de Seinfeld en el cual parodiaban el ínfimo espacio destinado a los pies de los pasajeros clase turista. Cúanta verdad.

A mí me toca justo en el medio, el vecino del otro lado (un argento que caerá en el mismo hotel y en esta mismísima sala de internet) tiene muy mal aliento. Me la paso leyendo revistas atrasadas del madrileño El País y me quedo en una crónica: "malos de la historia", que habla de Calígula y no tiene desperdicio. Un loco de mierda, mandó matar a su propia familia y quería nombrar heredero a su caballo.

El hotel es clase A, me ubican en una habitación con ventanal vista a la ciudad, me sumerjo en todas esas lucecitas que chisporrotean desde lo que parece una colina. Prendo un cigarrillo aunque creo que el cuarto es no fumadores. Le doy una larga calada y pienso que tranquilamente podría vivir un tiempo en hoteles.

Ataco el frigo bar. Como y me río. Está todo pago. Qué lindo sería que la petisa estuviese acá. Seguramente la prolijidad de la habitación, que repaso con la mirada, no sería tal. Ordeno un poco la ropa (es ahora o nunca), jugueteo con mis comodidades -televisión, música, aire acondicionado- y me meto en la ducha.

Salgo renovado y feliz. Suena el teléfono. Gran jefe tiene hambre, le recomendaron unas costillitas de cerdo en un boliche de acá enfrente. Resulta ser Tony Romas, famous for ribs, yanquilandia total pero se morfa de puta madre. Salimos de la panza.

Vuelta al hotel, el lobo parece sorprendido de escucharme, igual quedamos en hablar mañana que viene para el centro. Me meto un rato a postear algo (lo jodido que es poner los acentos en este teclado no se puede creer), de un libro que me regaló el otro día un poeta, Sebastián Morfes, y empieza así:

"Vivió un año largo confundiendo su sueño con
los chispazos de los bichos de luz. La vieja,
muda, ciudad que conoció a los 18
le ablanda la cabeza como las máquinas anchas
al asfalto. Se harta de las alfombras
largas y en esa línea finísima todo
se hunde.

Con menos de 35 está a punto de cortar
por lo más delgado, por lo más profundo del relieve
sinuoso de su pozo interno;

tiene un castor adentro
de la cabeza: le hunde la punta de los dientes
y una viruta se suspende
en polvo blanco y filo; respira
el aire soleado pero no viene
la tarde que espera a cerrarle
los ojos. Guarda encierro

en una casa de paredes gruesas y luz
en los zócalos; una figura azul se proyecta detrás
de sus ojos y se confunde despierto
con rebotes de una tormenta de viento puro."

Si así arranca vamos bien. Me gusta como escribe este muchacho. Me voy a dormir con la poesía bajo el brazo y una sonrisa en la cara. Mañana será otro día.

Sunday, October 23, 2005

Hoy hice una elección

Subo las escaleras de la facultad de ingeniería.
Doblo a la derecha, o a la izquierda, depende de cómo se vea.
Mesa 4866, no hay nadie, bendita suerte...
Los muchachos, aburridos, me hacen chistes malos.
Recuerdo por un momento pasadas jornadas cuando
me convocaban a fiscalizar sufragios ajenos, un bodrio.
Ingreso, sobre en mano, al luminoso cuarto oscuro.
La resolana se cuela por las roídas ventanas del aula y
alumbra numerosas papeletas con
nombres, en su mayoría, desconocidos.
Recorro una a una. Veo a Moria, a Zulma Faiad y pienso
que si hubiera entrado Nito Artaza el cabarulo estaría completo.
Veo también a Mauricio, a Rafael, a Lilita y se me viene a la cabeza
el seudo debate que montaron días atrás. Me río solo.
Mi conformismo argento me indica que al menos
yo siempre pude votar.
Imagino que el pequeño oko desearía desenchufarse de una
vez y estar acá. La madder, a su lado, como muchas otras veces
que no estuvo Martínez Raymonda, seguramente no irá a votar.
Olvidé mi feta de salame. Homero Simpson no se presentó.
Tomo entre mis manos una papeleta y la mando al sobre.
Lengüetazo, salgo y a embocarlo en la alcancía
de cartón que es la parte más divertida.
El sellito redondo se deshumedece en mi último casillero,
ya está, cumplí, y no se por qué siempre me siento más
optimista en estos días; dura poco, como cuando salgo
de la psicóloga. Bajando las escaleras me encuentro con un personaje
que no quiero ver. No tengo nada para decirle, me pregunta:
“¿y, por quién votaste, ganan?” Le respondo:
“¿qué te importa? El voto es secreto”.



El paseo repentino

Cuando por la noche uno parece haberse decidido terminantemente a quedarse en casa; se ha puesto una bata; después de la cena se ha sentado a una mesa iluminada, dispuesto a hacer aquel trabajo o a jugar aquel juego luego de terminado el cual habitualmente uno se va a dormir; cuando afuera el tiempo es tan malo que lo más natural es quedarse en casa; cuando uno ya ha pasado tan largo rato sentado tranquilo a la mesa que irse provocaría el asombro de todos; cuando ya la escalera está oscura y la puerta de calle trancada; y cuando entonces uno, a pesar de todo esto, presa de una repentina desazón, se cambia la bata; aparece enseguida vestido de calle; explica que tiene que salir, y además lo hace después de despedirse rápidamente; cuando uno cree haber dado a entender mayor o menor disgusto de acuerdo con la celeridad con que ha cerrado la casa dando un portazo; cuando en la calle uno se reencuentra, dueño de miembros que responden con una especial movilidad a esta libertad ya inesperada que uno les ha conseguido; cuando mediante esta sola decisión uno siente concentrada en sí toda la capacidad determinativa; cuando uno, otorgando al hecho una mayor importancia que la habitual, se da cuenta de que tiene más fuerza para provocar y soportar el más rápido cambio que necesidad de hacerlo, y cuando uno va así corriendo por las largas calles, entonces uno, por esa noche, se ha separado completamente de su familia, que se va escurriendo hacia la insustancialidad, mientras uno, completamente denso, negro de tan preciso, golpeándose los muslos por detrás, se yergue en su verdadera estatura. Todo esto se intensifica aún más si a estas altas horas de la noche uno se dirige a casa de un amigo para saber cómo le va.


Franz Kafka (Contemplación, 1913)

Friday, October 21, 2005

Gato

Sube sube
la creatinina
y la reputa que la parió.

No te vayas gato,
¿qué le digo a la vieja si te vas?
Quedate un rato más.

No importa si no me lees,
te voy contando que te
bardeo pero me banco la parada.

Dale che, no seas malo
que en febrero vienen los estones.
Quedate.

Dale, un rato más,
hasta que yo me vaya.

Soloyds

Cara de goma le pegó un tiro en el pecho a la novia.
El uruguayito me cruzó la moto y salió volando.
Vos cazaste tus cosas y volaste también los estantes
están ordenados ahora.

Mis riñones se pelean con los de mi viejo:
los médicos dicen que no somos óptimos.
Mi hermano mira desde mar del plata nuestro
mar que es de ojos.

El loco se cansó de la hipocresía.
El enano malcría a su perrito.
Vos volviste con tus mascotas pero arruinaste
el cumpleaños de loyds.

Ella quiere venir a la pileta,
yo no me animo.

Este tipo me sigue cayendo bien

"Definitivamente, está teniendo lugar una lucha. ¿Si estoy más asustado ahora que hace veinte años, cuando temía explotar con una bomba del IRA? No lo sé. Nací en medio de los bombardeos. Pero ¿quién es el enemigo? Tal vez nosotros. De alguna manera, el mundo occidental se cagó en parte del mundo oriental. Al mismo tiempo, esa gente tiene sus propios problemas, y yo no soy quién para meterme. No es mi lucha, pero estoy atrapado en ella. Todos lo estamos.
En estos tiempos, estamos siendo invitados a jugar a ser Dios, a llamar y decir lo que pensamos. Hay una sobrecarga de información. Hay muchas cosas que no quiero saber. La gente dice: 'Si está disponible, ¿por qué no tenerla?'. Pero ¿cuánto se puede comer en un día? Nos ponemos obesos del cerebro. La gente debería hacer menos: comer menos, mirar menos televisión. Salgan, saquen a pasear al perro."


Keith Richards, entrevistado por David Fricke, para la revista Rolling Stone, octubre 2005.

Thursday, October 20, 2005

Hoy puede ser un gran día

Ciudad de la furia. Hoy jueves 20 de octubre a las 22.00 hs. en el microestadio oupen gayo (mismo animal al 200), se darán nueva cita diez gladiadores, la mayoría de ellos -y aquí doy un paso al costado- representativos de lo más encumbrado de la joven literatura.

Tan sólo cinco de ellos emergerán victoriosos del campo de batalla. El capitán Llach está confiado luego de la escandalosa paliza que propináramos a la gente de Boedo en la jornada pasada. Pero sabido es que cada clásico es un partido aparte y hay que ganarlo en la cancha. Exhorto, pues, a mis compañeros a no dormirse en los laureles.

Más teniendo en cuenta que las huestes del barrio sanlorencista se han encargado en la semana de conmover el mercado de pases, logrando incorporaciones no poco rutilantes. Así es, amigos, han inscripto cablegráficamente al dragón, hermano menor del gran Casas, quien, según tareas de inteligencia practicadas por los espías de nuestro cuerpo técnico, no solamente duplicaría el enorme talento del poeta emblema de la contra, sino que también sería portador de un bravo carácter.

Con esto no quiero ser alarmista. Confío ciegamente en nuestras fuerzas. Pero el gran capitán fue respondido públicamente, desafiado diría, por la restante incorporación, emuladora, según me han dicho, de ciertas reprobables prácticas del legendario Estudiantes de Zubeldía. Y por ello, más que nunca, cada uno de nosotros deberá estar a la altura de las circunstancias y dejar en lo más elevado la casaca Florida.

Lo que sí, y aquí espero que ganemos todos, auguro una jornada en paz, una verdadera celebración. No dejemos que esos pocos violentos agitadores que han venido amenazándose mutuamente por internet empañen lo que no debe ser más que una fiesta deportiva.

Señores, traigan copas que vino sobra.


Wednesday, October 19, 2005

Palabras

"Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas"

(Heterodoxia)

Sin pelos en la luenga

Ayer me compré la revista Rolling Stone para ver las entrevistas a sus majestades y me encontré a Terranova diciendo cosas como ésta: "Abelardo Castillo es un caradura que prologó el libro (por "La Joven Guardia" , antología de cuentos publicada por Norma) y ni siquiera leyó los cuentos. Esos carcamanes deberían correrse algún día, hacer lugar...".

Hay que decirlo, el tipo no se come ni media, los tiene bien puestos. Celebro la nota, su desfachatez y la mención a los blogs.



Tuesday, October 18, 2005

Fucking lunes

En general no viajo en remise
prefiero mi buscapanner.
Hoy llegué con las gomas
bajas, tarde como si fuese lunes
como si todo volviera
a comenzar como si nada.

Entonces vi a mis seres queridos.
Me confundieron el título
debí decir queridos seres aunque
en realidad no importa.
Estuvo bueno igual.

Ahora abro blogs y hay uno que dice superloyds.

Monday, October 17, 2005

Día de la madder

Domingo, día de la madder, solcito, resaca, llamados telefónicos.

La petisa se despertó cachonda, yo también, le di un poco más de lo que le debía.

Pasé a buscar a la homenajeada y encaramos a Cañuelas, esperaban primogénita y cuñado aplicado.

Compré barrilete a ahijada (del casla, obvio).

Compré bidón de nafta, pequeño oko se quedó sin, justo llegando, no deja cagada por hacer pero tiene mucha suerte. Al menos abandonó superclásico por la madder.

Asadito rico (y van...), by cuñado aplicado. Totin, cigarros y las nenas (dalma y giannina x dos).

Barrilete nuevo se clava de punta, pongo más peso en la cola, no hay caso.

Juegos varios, pequeño oko en progreso pero primogénita y yo, imbatibles.

Debimos dejar ganar a la madder (mmm, difícil). Tarjeta collage improvisada la emociona.

Vuelvo a casa, solo, en el ex buscapanner, camino de tierra, oscuridad y silencio.

Fue una buena jornada, llamo a la petisa, me siento feliz...