Monday, November 07, 2005

Un domingo cualquiera

Hay días que arrancan descarajinados y no hay con que darle. Creo que en todas las parejas es bastante parecido. No hay regla. Tal vez influya que hace seis días que no fumo cigarrillos. No lo sé. Lo que sí sé es que hoy la petisa y yo anduvimos con tiempos diferentes.

Me desperté solo en la cama. Supuse que la madrugadora habría salido a desayunar o a chequear la pileta. Pero no, estaba durmiendo en el sillón del living, cual contorsionista. Y aparentemente había pasado toda la noche ahí. Hice memoria: cenamos caballo regalado en un lugar de puta madre, con pequeño oko y lolis loli. Luego, invitados por ratactor y chica a fiesta extraña con dj choto que enganchaba oakenfold con shakira. No pude recordar pelea alguna, tal vez un desencanto, qué se yo.

Bien, propuse arrancar y no hubo caso, agarró la cama y siguió un par de horas. La observé despierto un buen lapso y después me volví a dormir, justo antes de que ella despertara y quisiera salir.

Finalmente, acuerdo: un poco de pileta con agua helada. Petisa se fue antes, para no tardar en ducharse e ir a dar una vuelta. Yo quedé devorando ocio de casas casla de punta a punta. Subí y nadie respondía a la puerta, quedé pintado en el pallier un largo rato hasta que petisa se dignó a abrir envuelta en toalla. Terminé libro, esperé que se vistiese, ¿vamos nena?, ¿adónde?, a epicúreos, por un cafecito o una picada. Odio epicúreos, es como una cueva de vicios, andá vos, yo me quedo. Dudé entre hacer plop como condorito o irme caminando y, obviamente, terminé pateando latas por la calle.

Instalado en un lugar más aireado que la cueva, capturé periódicos del domingo y quedé hipnotizado. Al rato apareció la petisa y hubo tabla de fiambres conciliadora previo a su insistencia en irnos sin terminar diarios. Finalmente concluí mi un tanto prolongado -lo admito- ritual y partimos a ver película, no sin antes discrepar en el cine a concurrir. Tatuado no nos aportó demasiado a ninguno de los dos (muy bien nahuel pérez biscayart), faltó un poco de luz y ritmo para acomodar nuestra mutua apatía.

De vuelta a casa, fideos un tanto insípidos y compañía en paz. La quiero mucho a la petisa, pero todos tenemos nuestros días...