Saturday, June 14, 2008

Vibrante show de Catupecu Machu

En la primera presentación de Laberintos entre aristas y dialectos, su obra conceptual en 4 actos, el jueves 12 de junio en el Teatro Ópera la versión 2008 de Catupecu Machu brindó un espectáculo apto para todos los gustos. Sin detalles librados al azar, el show se plantea en las 4 etapas ya preestablecidas, cada una de ellas delimitada con gran originalidad y sincronización. Media hora después de lo anunciado, la apertura del Acto 1: Los cuadros, estará a cargo de la mini orquesta encabezada por el violinista Javier Weintraub, acompañado por Elizabeth Ridolfi en viola y María Eugenia Castro en cello. Enseguida hará su aparición la banda, integrada en esta ocasión por el solvente percusionista Herrlein, la versatilidad en guitarras y bajos (en versión acústica y eléctrica) de Sebastián Cáceres y los teclados a cargo de Macabre. Será el turno de salir a escena para Fernando Ruiz Díaz. El carismático líder, leit motiv de Catupecu Machu, independientemente de lo bien que sepa rodearse, transmite algo muy poderoso desde el escenario: hipnotiza. Lookeado como una especie de cruza entre el Neo de Matrix y el Cholo Simeone, Ruiz Díaz casi no hablará con el público (sólo presentará su versión de Seguir viviendo sin tu amor con un "vamos a hacer una canción de un artista que nos gusta mucho") en el correr de las 12 canciones que integran el acto primero, el más acústico y melódico de la prolija obra presentada.
El número imperfecto, ya un clásico a esta altura, será la canción elegida como puntapié inicial. Todos de negro sobre el escenario en una obra muy conceptual, con un sonido casi perfecto (el bajo es escalofriante, lo levanta a uno de la butaca) y cada acto presentado con una imagen acorde en la pantalla del fondo. La sucederá la bellísima En los sueños, que incorporará la flauta traversa de Gabriela Conti, probablemente el instrumento menos percibido de la noche. El bajo alcanzará un poder inusitado en Entero o a pedazos y los violines y, excepcionalmente, la flauta, tendrán su lucimiento en una hermosa versión acústica de Magia veneno. Ruiz Díaz dejará entonces su guitarra y tomará la posta Cáceres, su comodín, para permitirle focalizarse únicamente en el canto de Cuadros dentro de cuadros. De nuevo a cargo de su guitarra, interpretará luego con mucho ritmo la versión del clásico de Spinetta ya mencionado, aunque tal vez pueda reprochársele la ausencia de mayores rasgos de originalidad en la adaptación. Le seguirán Refugio, más íntimo, con gran bajo y sin orquesta, la fantástica A veces vuelvo, punto alto de esta primera parte, con el público por primera vez de pie, Cuentos decapitados, nuevamente con Cáceres en guitarras y el líder en rol único de cantante, y Grandes esperanzas, tocado sin guitarras. El cierre, con Épico, mostrará una orquesta en perfecta sincronía y acabará con un grito a capella de Ruiz Díaz.
El Acto 2: El viaje, sin orquesta y mucho más eléctrico, concebido probablemente para el público más desatado, abrirá con Viaje del miedo, mientras la pantalla proyecta las preciosas imágenes del video clip grabado en las salinas grandes jujeñas. Cáceres alternará ahora bajo y guitarra eléctrica, Macabre cobrará mayor notoriedad con su sintetizador y Herrlein le sacará chispas a sus parches. En Foto en blanco y negro Ruiz Díaz nuevamente sólo cantará, aunque mucho más alto y con la gente bailando de pie. Luego harán Ritual con dos guitarras (y un solo impactante) y trocarán con Cáceres guitarra por bajo para tocar la poderosa Dialecto. Acaba el fin, acompañada por un fondo visual de rayos y centellas será quizá el punto más alto de este segundo acto, que mantendrá su fuerza vital en la posterior Origen extremo. El cierre, con la instrumental Tangoide, encontrará a Ruiz Díaz en el bajo, acompañado únicamente por el baterista Herrlein que, hay que destacarlo, se luce mucho en su interpretación.
La batalla es el nombre del Acto 3, que comenzará con Ruiz Díaz solo con su guitarra acústica, dando muestras de sus dotes de cantante (se animará a hacerlo a capella y sin micrófono) en la bella Hay casi un metro al agua. Y a partir de aquí sí interactuará mayormente con su público explicando, por ejemplo, lo que se siente al tocar en un grupo de rock (comparándolo con una película de David Lynch). Batalla y La llama, dos viejos temas recuperados para la ocasión e interpretados en forma acústica y no por ello menos poderosa (con los músicos sentados y un inspirado Herllein percusionando un cajón peruano), serán el cierre perfecto para esta parte.
Con el Acto 4: El lugar, llegará el momento de los invitados. Ruiz Díaz, sueltísimo ya, presentará primero a su banda y agradecerá los 14 años en la ruta con Catupecu, brindando detalles de su inicio, distintas formaciones y sus integrantes. Luego, para dar inicio con El lugar, serán introducidos por Ruiz Díaz con cariño y admiración y entrarán en escena el guitarrista Esteban "Pichu" Serniotti (que tocará un enorme solo con su acústica) y Zeta Bossio (presentado graciosamente como un bajista que formó una banda que ahora está teniendo algo de éxito). La gente, muy entusiasmada, permanecerá de pie hasta el final del espectáculo. Ya sin Serniotti y con Bossio aún sobre el escenario, le seguirá Preludio al filo en el umbral y luego, con el nuevo invitado Fabián Von Quintiero haciendo doble bajo con el integrante de Soda Stereo, un tema que Ruiz Díaz confesará con mucha nostalgia haber compuesto en poco más de cinco minutos: Plan B, Anhelo de satisfacción. Y habrá más invitados. Uno de los puntos más altos del show tendrá lugar con la poderosa Muestrame los dientes, con los ya mencionados Bossio y Quintiero, el baterista Leonardo De Cecco de Attaque 77, la voz a cargo de Wallas y un solo de guitarra impresionante de Pablo M, estos últimos integrantes de Massacre. Habrá tiempo entonces para despedir entrañablemente a los músicos invitados, para presentar a la orquesta y para más sintetizadores, en un impecable cierre con Opus/Final de épico y Viaje lur.
Y no habrá bises porque no serán necesarios, porque posiblemente alterarían el concepto de esta obra, así concebida e interpretada con sincronía casi perfecta. Una banda en gran forma esta versión 2008 de Catupecu Machu. Un show vibrante el del Teatro Ópera, que podrá verse también los días 13, 14 y 15 de junio.

(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)