Thursday, June 19, 2008

El Otro Yo explotó en Obras

Los hermanos Aldana presentaron su último disco, Fuera del tiempo, en el Estadio Pepsi Music (o Estadio Obras), el sábado 14 de junio. Con el grueso de la gente en un campo casi colmado y un fin solidario (los asistentes llevaron alimentos que la banda destinará a un comedor del conurbano sur), el show comenzó pasadas las 21.30 con María Fernanda cantando Apocalipsis y Locomotora, dos temas del nuevo álbum, mientras Cristian, metido dentro de un mameluco blanco, saltaba de aquí para allá con su guitarra, a lo Angus Young (junto con Gabriel Guerrisi hicieron estallar las guitarras), y el joven público se debatía en una marea de cabezas y un pogo casi constante acompañado de consignas anti stones.
Siguió la clásica 10.000.000, una gran canción, interpretada muy convincentemente por Cristian, que resultó más claro a lo largo de la noche. La voz de ella, por momentos, no se percibía tan nítidamente, lo que de todas formas no le impidió desarrollar Cometa y Sádico, del último disco, y la potente Auto destrucción (con imágenes alusivas en pantalla), correspondiente al álbum Espejismos (2004). Cristian volvió a tomar la posta para hacer una poderosa canción del último cd: Corazones (con reminiscencias pistols) y seguir luego con dos más melódicas, la conocida Me harté y otra nueva, Alma gemela, de hermosa letra (“ya no estamos tan lejos y nos hace bien”).
Mientras la pantalla del fondo reproducía a la banda en vivo, se sucedieron más canciones del nuevo disco. María Fernanda pudo sacar provecho de su vestuario de seudo colegiala y hacer gala de su voz angelical en Final del planeta y, sobre todo, en la preciosa Hoy te espero (con gran final del tecladista Diego Vainer). A dos voces hicieron Despedida de arroz (con imágenes de casamiento en pantalla, a lo Matrimonios y algo más), otra bella (y más lenta) letra (“como agua entre los dedos se nos escurre la vida”) y encabezó Cristian en Amor fuego y Sensación especial, ésta última también con lucidos teclados y acompañada de guitarra acústica.
Fuera del tiempo fue interpretada con mucha solvencia y claridad por María Fernanda e inmediatamente después, se sucedieron algunos problemas de sonido cuando su hermano cantaba Tiki tiki nowa (se cortó la voz), Denso (algún acople de más), ya solucionados para Delirio universal, gran tema (“a la hora de la verdad todo es mentira”) cerrado por el baterista Raymundo Fajardo con un impresionante solo, quien luego se retiró de la mano de un pequeño extraterrestre vestido de dorado, a la vez que caía el telón.
La segunda parte encontró a María Fernanda lookeada como un hada (vestido rosa largo) en el cosmos (fondo de estrellas en pantalla), cantando Dibujito acompañada solamente de un piano (un verdadero viaje cósmico). Enseguida ingresó Cristian con apariencia de monje, bajo una capucha blanca, y entre ambos hicieron A volar. Cerró el pequeño acto intermedio la hermosa Descripción, con guitarra acústica y él en voces.
Aún con el telón bajo, comenzó a hacerse escuchar una voz distorsionada (la clásica voz de extraterrestre que se aprecia en el álbum en vivo Contagiándose la energía del otro) que animaba a la gente a bailar. Y una vez que lo levantaron explotó el estadio con La música, uno de los temas íconos de la banda de Temperley. A partir de allí, con los hermanos Aldana en jeans y zapatillas, más rockeros de garage, fue una fiesta total, que siguió con Inmaduro (con Cristian pidiendo palmas), Virus (cantada por María Fernanda, que llevó a la gente muy arriba), ambas del disco Colmena (2002) y Pecadores, otra interesante canción de Espejismos que comienza lenta, alternando las voces de ambos cantantes, y luego se vuelve veloz y potente.
Fue el turno del set violento, con un público hecho pogo en su totalidad, absolutamente descontrolado. Primero un popurrí con Armas de destrucción, Corta el pasto y 69; después se sucedieron, anunciadas por un Cristian algo chillón, A.D.90, La tetona y Sexo en el elevador (con tres guitarras), Crazy y Hombre de mierda (algo inentendibles), que acabó con Cristian arrojando su gorra al público y el baterista destrozando un órgano de juguete.
La despedida fue con tres canciones importantes de la banda. Otro ícono clásico, No me importa morir, que comenzó cantado por un público loco de felicidad, un tema lindísimo que es Alegría, con el siempre previo “alegría para todos ustedes chicos” y Volcán, que cierra el último disco y cerró también el show (con María Fernanda en voz y un buen solo de Cristian en guitarra).
No hubo bises. No hizo falta. El show ya había sido muy intenso, dos horas y media que si bien fueron pausadas por dos breves intervalos, nunca bajaron el alto nivel de tensión musical mantenido por los chicos de El otro yo, allá, bien arriba, para delirio de sus fans.

(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)