Friday, June 20, 2008

Un show casero

Alfredo Casero es un artista de culto que puede darse el lujo de improvisar sin tregua ni hilo conductor, burlarse de cualquier cosa, cantar en japonés y hasta en griego. Su estilo puede a uno gustarle o no, pero él ya se ha ganado la simpatía de un público prácticamente incondicional que, aunque en forma algo permisiva por momentos, celebra cada uno de sus comentarios.
Su nuevo show, Soloist, que se da en La Trastienda en la medianoche de los fines de semana, encuentra al artista en estado puro. Luego de una intro grabada, muy delirante, a lo Cha cha chá, exhibida a los espectadores en una pantalla grande, el enorme cómico (en todo sentido) se presenta acompañado de un pianista que se encarga de ir ambientando el clima propuesto en el atolondrado monólogo.
Casero sabe muy bien lo que la gente quiere y se lo brinda con creces. Desde pequeñas alusiones a la realidad política y social (siempre abordada por su veta humorística) hasta retratos de situaciones cotidianas de lo más banales (cuenta que no puede comer sushi en lo de una amiga que tiene un perro que se pasea por el living con el ano a la vista o que se trenzó a golpes de puño con una tía vieja que lo prepoteó), echa mano de todo lo que tiene a su alcance para arrancarle montones de carcajadas a su fiel audiencia.
Sus improvisaciones son por momentos muy logradas, Casero maneja los silencios y hasta la risa del público con maestría, aunque en algunos pasajes caiga en ciertos lugares comunes o resuelva una encerrona de su propio discurso recurriendo a la puteada fácil o al reparto de un par de cachetazos. Pero en líneas generales el espectáculo es sumamente entretenido.
Tal vez lo más original de la experiencia, del verlo en vivo y no pantalla de por medio, sea la intimidad que logra construir con el público en varias partes del show, como cuando el cómico cuenta su fluida experiencia en el Japón, su relación con la televisión, con la gente en la calle, con su colega Capusotto, o su constante búsqueda de nuevas formas artísticas (particularmente en el canto). Allí se despacha con una arenga: “si quieren hacer cosas, háganlas mal, pero háganlas, sin esperar el apoyo de nadie” y sorprende con la interpretación de dos canciones en idioma griego, acompañado por una pequeña orquesta de músicos típicos.
El artista de varieté y cantor, como a él mismo le gusta definirse, satisface largamente a un público muy reidor, que por instantes hasta lo hace tentar y lo aplaude sin pausa a lo largo de toda la noche, en las más de dos horas que dura la presentación. Y él mismo se divierte mucho, se parodia a sí mismo: “¡pueden creer que hay gente que dice que improviso!” y se lo nota sincero y contento. Un ida y vuelta perfecto. Está bien.

(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)