Saturday, August 05, 2006

Tilcara


Siguiendo los pasos de pity, llegamos a tilcara por la mañana. Caminamos sus callecitas y almorzamos una hamburguesa al borde de la plaza. Entonces nos invitaron a la fiesta de la pachamama que estaban celebrando en el museo de la ciudad. La gente pasaba en parejas y en un hoyo en la tierra, arrodillados, iba depositando comidas típicas, bebidas y cigarrillos, mientras recitaba pedidos y agradecimientos a la madre tierra, por el año que pasó y de cara a las nuevas cosechas. Un espectáculo digno de ver. Fumamos todos juntos y tomamos de un enorme mate una infusión dulzona con alcohol. De allí ascendimos al pucará, una construcción gigantesca que los incas habían montado en un cerro estratégico que domina los cuatro puntos cardinales. Distintas construcciones con paredes de adobe y techos en madera de cardón. Ver esa pequeña ciudad y pensar que hace cientos de años un montón de personas interactuaban allí diariamente puede ser muy fuerte, al menos para mí. Por la tarde, fuimos a "el mate" a tomar capuccino y devolverle la temperatura al cuerpo. Seguimos paseando por la hermosa tilcara hasta que se hizo completamente de noche y, después de darnos un baño caliente en el hostal, terminamos cenando frente a un quebradeño cantor de coplas y zambas: un placer. Milanesitas de queso de cabra y cazuela de llama fue un poema de menú y un cierre perfecto para nuestra estadía en este lugar inolvidable: "lo único que quiero, es volverte a ver en enero, enero tilcareño".