Thursday, August 17, 2006

Lecturas de viaje: someone call the ambulance

"Paso mucho tiempo frente a la entrada de emergencias de un hospital. A veces, en la noche, veo a la gente esperando, en la vereda, que alguien abra las puertas rebatibles y dé una noticia. Ya aprendí a reconocerlos. Si la conversación es animada y sus ropas buenas y prolijas, es que se ha anunciado un parto. Alguien que nace. A veces hasta hay ramos de flores. Si las caras, en cambio, son demacradas y las palabras se reducen a murmullos, lo que se aguarda es que alguien muera. Yo los veo, en su espera, desde la mesa del bar, al frente, cruzando la calle, mientras tomo un café. El bar está siempre cargado de olores fuertes, no tanto de cigarrillo como de café quemado, la máquina prendida todo el tiempo. Por la vidriera veo. Muy tarde, de madrugada, los enfermeros se dedican -si eso es dedicarse- a lavar las ambulancias. Las ambulancias están estacionadas en la explanada de ingreso de la guardia, brillantes. Lavan primero y sacan lustre a la chapa y, cuando terminan, abren las puertas posteriores y dejan ver de par en par las entrañas de esos quirófanos móviles. De verde o de bordó, los enfermeros tiran agua por el piso de la ambulancia y abrillantan los níqueles de las camillas. El agua escurre hacia el suelo, precipitándose desde los paragolpes. Más tarde, otro enfermero aparecerá con una manguera y baldeará la explanada.
Conocí, una vez, a un hombre que había trabajado como chofer de una ambulancia. Para él, ese era un trabajo igual a cualquier otro. Le pregunté si lo hacía por generosidad, por humanismo. 'Para mí es un trabajo igual a cualquier otro', me dijo. Le pregunté si lo hacía por amor a la velocidad o por el berretín de tener vía libre en semáforos en rojo. Me contestó lo mismo: 'Para mí es un trabajo igual a cualquier otro'. Después hablamos de otras cosas. En medio de la conversación se le escapó una anécdota: cuando estaban de guardia solían comprar pizzas en una rotisería y, para que llegaran calientes a la clínica, atravesaban toda la ciudad con la sirena prendida, ululando, y el tráfico abriéndose delante de ellos."


(Fragmento del cuento "Ambulancias" arbitrariamente escogido por superloyds. El cuento forma parte del libro 00, de Federico Falco, publicado por Alción Editora en el año 2004)