Tuesday, July 01, 2008

El lado oscuro del arte mexicano

Malba – Fundación Constantini expone, hasta el próximo 11 de agosto, La era de la discrepancia. Arte y cultura visual en México 1968 – 1997, una revisión histórica, académica y crítica de las búsquedas artísticas que se produjeron en los márgenes de la cultura oficial y dominante, desde el movimiento estudiantil del 68, brutalmente sofocado por el régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI) días antes de la inauguración de los primeros juegos olímpicos celebrados en un país “subdesarrollado” hasta la crisis política y social del efecto Tequila de los años 90, que culminara con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ELZN) en el estado de Chiapas.
La muestra, consistente en aproximadamente 170 obras entre afiches, documentos, fotografías, videos, films, pinturas, objetos y esculturas, creados por más de 100 artistas de distintas generaciones y provenientes de horizontes culturales diversos, que se plantearon transformar formal o políticamente el sentido de producir arte, fue exhibida anteriormente en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA Campus) de la UNAM, entre febrero y noviembre de 2007.
En palabras de uno de sus curadores, Cuauhtémoc Medina, que ofició de guía en la inauguración, “se produce un divorcio entre la sociedad y el arte y las instituciones culturales: aparecen entonces versiones de cómo debía ser el arte opuestas al sentido políticamente correcto, que había entrado en crisis”.
La muestra se divide en nueve secciones ordenadas en forma cronológica. El punto de partida, al ingreso mismo a la exposición, titulado Salón Independiente, en alusión a la asociación de artistas libres de ataduras oficiales que se erigió luego del movimiento estudiantil, presenta una selección gráfica efímera y contestataria, cuyo objeto era revelar paródicamente en las escuelas y universidades los íconos olímpicos, en asociación directa con la denuncia de la represión sufrida. Le sigue Mundo Pánico, dedicada a formas de contracultura como respuesta a la crisis de la racionalidad occidental (crisis religiosa, social, cultural) con eje en el Movimiento Pánico, cuyo exponente principal fuera el artista chileno Alejandro Jodorowsky, residente en México en los años 60 y 70 e introductor de la literatura de ciencia ficción, los cómics y el pensamiento zen como formas de rebeldía juvenil (junto con el rock) de la época: sus fábulas pánicas, con una especie de Zaratustra – padre – maestro zen impartiendo valores a los jóvenes, resulta imperdible.
La sección tercera, intitulada Sistemas, plantea desde el arte estructuralista reformular el concepto de “geometrismo mexicano” y, con ello, la noción de autor (en crisis): el sujeto lírico sustituido por una suerte de máquina de creación. Destacan aquí la serie negación, de Vicente Rojo, el alfabeto visual de Manuel Felguérez y, sobre todo, la serie homenaje a John Cage, de Kasuya Sakai (ver foto), rebosante de fuerza y color. Márgenes conceptuales es el nombre de la siguiente sección, dedicada al arte conceptual, con especial hincapié en la aparición del libro artesanal como soporte y como generación por parte del artista de un circuito de distribución independiente de su producción.
La sección Estrategias urbanas refleja el fenómeno de los grupos activistas organizados para actuar desde el arte sobre lo social. El Grupo Suma, con sus murales y gráficos representando la crisis de la sociedad, Fotógrafos independientes con una exhibición impactante de imágenes pendiendo en la calle desde un tendedero de ropa, con la premisa de acercar la fotografía al pueblo, el Grupo Marzo con sus poemas urbanos (entregaban palabras a la gente de a pie para luego formar poemas con ellas), Germinal con sus diseños desplegados en pancartas, Proceso Pentágono con un pabellón de feria absolutamente genial confeccionado para la bienal de París (desaparecido misteriosamente y en dos oportunidades), el Grupo Mira retratando la violencia en la ciudad de México y el No Grupo, con su crítica institucional plagada de ironía, son algunos de los nuevos actores prolijamente expuestos en este corazón de la muestra.
En Insurgencias, tal el nombre de la sexta sección, se encuentra retratada documentalmente la guerrilla centroamericana en forma desgarradora y cruenta, a través de la fotografía como nueva e independiente forma artística (vale la pena detenerse en la serie de negativos proyectados que plantean la destrucción en todas sus formas: máquinas, edificios, cuerpos). La identidad como utopía, sección de fuerte carga erótica, aborda el arte mexicano de los 80, con eje en el tratamiento de la temática gay, de la mujer y su cuerpo, de la identidad sexual de toda una nación (el porno bordado de Carlos Arias Vicuña resulta revelador).
Cierran la interesante exposición La expulsión del paraíso, sección que alude al multiculturalismo como intento de desprenderse de la globalización, una forma de oposición a los estereotipos de los sujetos sociales impartidos por la cultura de masas estadounidense, y la sección Intemperies, ilustrativa de las prácticas del arte emergente de inicios de los años 90 y de su repolitización a partir del efecto Tequila.

(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)