Wednesday, January 03, 2007

Epopeya neuquina (I)

Retiro parecía un horno. La petisa no sólo me regaló un power bolso para navidad, donde cargué ropa, libros minimaloyds y botellas de sidra, sino que me llevó en su auto hasta el andén mismo. Un lujo. Después de despedirla, me encontré con mis compañeros de viaje de egresados: eugenia, moret, maga, richard romero y carina. Ko kó llegó y partió en hora. Semi cama, mucho arroz, tiempo de valientes y sueño profundo. Durante el viaje llovió por dentro y por fuera del bondi, pero básicamente encima de la maga. Desperté en choele choel y, ya descansado, me mudé a un primer asiento liberado frente al ventanal a disfrutar del tramo final de la ruta. A las 12.30 del mediodía llegamos a neuquén. Nadie nos esperaba. Abordamos un par de taxis y llegamos a la casa tomada, que desentonaba bruscamente en medio de un barrio residencial. Ahí nos recibieron funes y lunita, el señor guitarra, levín y paz, el tigre harapiento y nuestros enormes anfitriones: jaramillo y la amable guillermina. Okupamos gran parte de la casa sin terminar, intercambiamos libros y discos, tomamos cerveza, comimos empanadas y, una vez fría, le entramos a la sidra que llegó sana y salva. Ya despiertos y a tono, mientras repasábamos los diarios locales que anunciaban el evento a todo trapo (los pibes salieron en la tapa del suplemento cultural del fin de semana como si fuesen una banda de rock), planeamos el itinerario para esa noche en los villancicos brutales. Decidimos hacer tres bloques de aproximadamente cinco lecturas, intercalando los números musicales entre ellos. Después hicimos un reconocimiento del lugar: arpillera cultural es un bar pequeño pero con unas cuantas mesas bien distribuidas. En un entrepiso teníamos nuestra especie de camarín y en el piso superior pudimos distendernos, hacer algún que otro ensayo y comer más empanadas con birra mientras unas decoradoras tuneaban la planta baja antes del comienzo de esta especie de creamfields interminable de lecturas. En distintas tandas volvimos a bañarnos para la ocasión, mientras los dueños de casa, juan y hermano (amigos de jaramillo) le entraban duro al winning eleven. Al volver a arpillera la gente ya ingresaba lentamente y se instalaba en las distintas mesas. La gran convocatoria de nuestro anfitrión ya estaba dando sus frutos. A las 10 de la noche en punto, con el lugar de bote a bote y después de arengarnos por última vez unos a otros, comenzaríamos a salir a escena.