Tuesday, July 31, 2007

Cambio de rumbo: lecturas

"Si yo hubiese sido el gordo de la clase, ahora estaría encerrado en un supermercado disparando con una recortada sobre todas las madres y sus hijos y los empleados de mantenimiento sin compasión ninguna"

"Un día T recogió un perro abandonado y se lo trajo a casa. Al principio era un perro simpático y cariñoso, pero luego le salió una polla gigante como la de un caballo y andaba todo el día detrás nuestro tratando de empalarnos, así que no tuvimos más remedio que llevarlo a un albergue para perros porque al final no nos atrevíamos a salir de nuestro cuarto por miedo a que el monstruo aquel nos sodomizara"

"Cuando eres niño no quieres ser buena persona por nada del mundo, quieres tumbar a los pesos pesados, ser expulsado de dos cada tres clases y hacerte pajas hasta que te den calambres en las manos. Cuando eres niño quieres quemarte en el infierno y ver cómo todo el jodido colegio te admira por ello"

"En los hospitales siempre hace mucho calor y todo lo que pasa y lo que dice la gente, incluidos los médicos, parece mentira, como si alguien fuese a reírse en cualquier momento"

"José Luis Santalla me dijo que por cincuenta pesetas me llevaría a ver a una tía estupenda que enseñaba el culo. Yo nunca le había visto el culo a nadie, así que acepté. Cuando Santalla reunió un grupo lo suficientemente grande y después de recoger el dinero, nos llevó a ver el culo. Nos detuvimos frente a la valla de un jardín, era una valla de alambre cubierta de arizónicas. Mirando entre las arizónicas podía verse a una gorda desnuda de cintura para abajo, podía verse eso y nada más porque el culo lo tapaba todo, hasta el sol. Era un culo enorme y blanco y asqueroso, el culo más grande del mundo. Le dije a Santalla que si cobrase por metro cuadrado de culo se haría rico. Luego me largué de allí. Ese día descubrí que un culo no es un culo si no es un culo. Es decir, que si un culo se parece más a un camión cisterna que a un culo, eso al final ni es culo ni es nada"

"Leí en el periódico que un pastor había derribado un helicóptero de una pedrada. Resulta que el helicóptero andaba por allí asustando al rebaño y al pastor se le ocurrió que a lo mejor conseguía ahuyentarlo a pedradas. Después aparecieron los de la televisión y los de la radio y los de los periódicos y al pobre hombre le faltaban piedras para sacarlos a todos de su prado. No debe ser nada fácil tirar un helicóptero de una sola pedrada. A veces las cosas son tan raras que hacen gracia, aunque se mate la gente"

"Después de Inglaterra me vine a Madrid y conseguí un trabajo en una tienda de ropa de la calle Serrano. No era un buen trabajo, era un trabajo de mierda... Una mañana entraron en la tienda dos miembros de la Iglesia de los Santos de Jesús de los Últimos Días. Vestían trajes negros y llevaban unas plaquitas de plástico con sus nombres... Sonreían todo el tiempo, como los orientales y los curas. El más alto se acercó a mí y me pregunto si era feliz.
-No, ¿y usted?, usted sí que parece feliz.
-Lo soy.
-Estupendo, ahora dígame cómo lo hace.
-Es cosa de Dios...
-O sea que a usted le quiere Dios más que a mí.
-Dios nos quiere a todos por igual.
-De verdad me gustaría creerlo. Daría un brazo por una sonrisa como la suya.
-Si tú quieres, la tendrás.
-¿Dan de comer?
-No ignoramos las necesidades de nuestros hermanos.
Salí de la tienda con ellos, perdí el dinero de la liquidación, pero pensé que si la comida era buena podría compensarme...
Nos llamábamos Pastores de la Iglesia de los Santos de Jesús de los Últimos Días. Íbamos siempre de negro o de gris. Tenías que comprarte tu propio traje, ellos te daban la plaquita con tu nombre y no podías quitártela para nada, tampoco podías dejar de sonreír. No eran gran cosa pero al menos por algún tiempo Dios me quiso tanto como a toda esa gente"

"Cuando fue el cumpleaños de T le compré una pistola de agua y le pinté un cuadro. A T le gustó mucho el cuadro, se puso muy contenta y me llevó a cenar a un restaurante japonés. La comida era buena, pero no me apañaba muy bien con los dichosos palillos, así que le pedí al camarero un tenedor. El camarero resultó ser un tío gracioso, me dijo que no tenía tenedores y se rió un rato de mi torpeza, al final de la cena le llamé y le dije que me iba a dar bastante maña metiéndole los palillos por el culo. A T no le hizo mucha gracia. A veces los camareros asumen su función de siervos miserables y son la cosa más repugnante del mundo. Piensan: 'yo sólo soy un camarero pero todavía puedo enseñarle a este imbécil cómo se come un Mi restaurante con Mis palillos de madera', en lugar de pensar: 'Otro pobre tipo al que le están jodiendo los dichosos palillos de esta mierda de restaurante que me paga esta mierda de sueldo'... La verdad es que no le dije nada al camarero. Me hubiera gustado, pero supongo que para eso hay que nacer. Como para patinar sobre hielo"

"Cuando estás esperando en el hospital te miras las manos y los pies y miras las papeleras o las juntas de los baldosines porque no sabés qué hacer ni dónde mirar y a veces te entran ganas de reírte de lo raro que es todo. Como en misa"

"A veces pienso en matar a una de esas señoras que andan siempre preguntándote de qué piso eres cuando bajas a la piscina. Yo soy del séptimo C, del edificio Tres, de la fase IV y voy a saltarle los sesos a alguien antes de que termine el verano. Cuando voy a la piscina intento que nadie me toque porque me da bastante asco. Si me pongo a pensar que la gente se mea y suda y babea dentro del agua me vuelvo a casa y no me baño más en tres o cuatro días"

"Estaba con T y T se fue. Yo pensaba que iba a estar con ella toda la vida. A veces una mujer te quiere, pero luego deja de quererte y se va, o se enamora de otro, aunque sea un imbécil, porque eso al principio nunca se nota"


(Ray Loriga, Lo peor de todo, Editorial Debate, Madrid, 1995, fragmentos arbitrariamente escogidos por superloyds)