Thursday, July 19, 2007

Cambio de rumbo: lecturas

'"Dios no existe pero, ah, es un gran personaje.'
El borracho soltó estas palabras como quien suelta un perro pasado de revoluciones y al que sólo ya le queda morderse a sí mismo porque se han acabado las cosas para morder. El borracho giró sobre sí mismo -un órbita desorbitada- y se derrumbó sobre los vasos y las botellas; los ojos en blanco y rebosantes de pupilas que habían visto demasiado.
Antes de la caída me miró a mí y, bueno, mi figura puede haber sido la gota que colmó sus incontables vasos. Me miró fijo como si supiera que un par de horas atrás yo había estrenado mi cuaderno de páginas amarillas con casi las mismas palabras que él acababa de pronunciar. Faltaba el 'ah', pero ahí estarían de cualquier modo, en la primera página de mi última idea. La tinta azul fundiendo sobre el amarillo en una variedad de un verde hasta entonces secreto:
´Dios no existe pero es un gran personaje'.
¿Y qué podía hacer yo -padecedor de los fuegos del verano- salvo pensar que algo se ponía en marcha, que los engranajes de una conjura se ponían en movimiento? Primero lentos, enseguida ágiles y entusiasmados por el impredecible aguacero de signos y prodigios que se aprestaba a caer sobre mi cabeza. Ahí comenzaba el final.
Me imaginaron y me imaginé entonces corriendo a ciegas por la nieve fin de milenio, la nieve fin de película. Buscando el libro que desenreda todos los misterios y deshojando una margarita de códigos y señales cuyos pétalos jamás se agotan.
El rostro del borracho me era familiar, sí, pero la noche completaba ese último compás donde todas las caras son familiares, donde todos los borrachos son idénticos.
'Estás un poco borracho', me dije cerca del final.
Y volví a casa y con una caligrafía ebria puse todo esto por escrito en mi flamante cuaderno de páginas amarillas."


(Rodrigo Fresán, Vidas de santos, año 1993, Grupo Editorial Random House Mondadori, Barcelona, 2005, parte inicial del capítulo titulado "La memoria de todas las cosas (Una summa teológica)". Gracias a broder alex que permitió que me apoderara de este ejemplar de su biblioteca)