Monday, April 16, 2007

Negociando se llega al sahara



Después de un día agitado, una negociación todavía más agitada. A la tarde noche nos sentamos en un café con nuestro guía abdul y un taxista que nos trajo que se llamaba sharif. Estuvimos negociando unas dos horas, fácil. Nos pedían una fortuna por el recorrido que pretendíamos ida y vuelta hasta el pie del sahara, más del doble de lo que le habían cobrado a broder alex. Después de estirar un poco nuestro presupuesto y bajarse ellos un poco de su locura, llegamos a una posición cercana, pero tanto ellos como nosotros nos plantamos ahí. No hubo acuerdo. Con la petisa decidimos encarar nuestro periplo en bondi y sharif se fue. Abdul, y esto claro era parte de la negociación, siguió insistiéndonos en solitario que subiéramos un poquito más. No lo hicimos. Entonces volvió a llamarlo al taxista ausente y nos dijeron que sí, que les pagáramos una parte que al otro día a las 8 de la mañana nos pasaban a buscar por el hotel. Ni en pedo. Les pagamos la mitad al subir al taxi y la otra mitad al fin del recorrido, retrucamos. Tuvieron que aceptar. A la mañana siguiente aparecieron abdul, sharif con su taxi lleno con unas turistas yanquis y otro chabón que no conocíamos con un auto mucho más pedorro. Nos pusimos medio locos, sobre todo la petisa. No era lo acordado. Habíamos contratado un taxi bastante bueno, nos traían otro mucho peor. Habíamos acordado con un flaco que hablaba francés e inglés y supuestamente conocía el sur de marruecos a la perfección y ahora nos traían un kía que cagando hablaba francés y ni idea si dominaba o no el mapa trazado de antemano. Es todo lo mismo, vamos en caravana, decían los tres. Contestamos que sólo aceptaríamos si nos bajaban un poco el precio y finalmente llegamos a un acuerdo. Entonces partimos siguiendo al otro taxi. Nuestro conductor, que creímos entender se llamaba rashid, era un fanático del real madrid. Su luneta estaba cubierta por una bandera del equipo merengue, arriba de la guantera colgaba una bufanda y una pequeña camiseta se balanceaba desde el espejito. También manejaba bastante rápido y le gustaba chuparse constantemente al auto de adelante, pero su música marroquí a todo volumen era genial y muy alegre. A los pocos kilómetros hicimos buenas migas. Comenzamos a subir por el atlas medio y atravesamos el centro de ski más famoso de marruecos, ifrane, muy alpino, lleno de casas de montaña con sus techos a dos aguas. Empezó a nevar bastante fuerte, nunca imaginé que iba a estar en marruecos en medio de una nevada, yo pensaba que era un viaje de bermudas y ojotas. Encima nuestro auto no tenía calefacción y la ventana de la petisa se bajaba sola. En fin. Hicimos una parada en un parque donde decenas de monos subían y bajaban de los árboles en busca del maní que los visitantes como nosotros les daban de comer en la boca. Muy divertido, sobre todo cuando uno enorme se le fue al humo a la petisa y ésta vino cagando aceite a esconderse atrás mío. Tiramos unas fotos y seguimos viaje, hasta un pueblito cercano a er rachidia donde paramos a almorzar. Nos clavamos un kebab y una porción de kafta (una especie de carne picada condimentada con perejil, cebolla y pimienta) y seguimos viaje, no sin antes ver cómo nuestros choferes se peleaban con todo el puestito de comidas negociando el precio (estos muchachos negocian todo precio a toda hora y en todo lugar). Paramos en un par de points fotográficos, donde sharif y rashid tomaban largos tragos de no se qué brebaje que según ellos los mantenía despiertos. Me dieron de probar un poco y quedé pelotudo por unos cuantos kilómetros mientras la petisa se cagaba de risa. Finalmente llegamos a la entrada de erfoud, donde derivaron a las yanquis a una combi de un chantún que decía tener una hostería al pie del desierto. Y pretendían que nosotros nos uniéramos al tour. Quilombo otra vez, porque tampoco era lo acordado. Ahí nos enteramos que sharif se volvía a fés, nosotros seguíamos viaje con rashid y supuestamente íbamos a dormir al albergue de este chabón que acababa de aparecer. Pero nosotros habíamos arreglado que dormíamos en otro lugar que se llamaba les hommes bleus, donde había estado broder alex, y que al otro día desde ahí nos llevaban a pasar el día y la noche al desierto. Si hasta les habíamos mostrado el folleto del lugar. Pero ellos decían que era lo mismo, que todos los albergues eran iguales, que incluso el del chantún era mejor. Entonces nos volvimos a plantar, hartos de que quisieran vendernos gato por liebre todo el tiempo. Y logramos ir a les hommes bleus, por suerte, porque el albergue era increíble y la gente copadísima. Apenas llegamos hamed, el encargado, un morocho con turbante en la cabeza que resultó un capo total, nos recibió con los brazos abiertos y un perfecto español, nos instaló en un cuartito comodísimo y nos dijo que no nos preocupáramos por nada que él arreglaría todo con el chofer (porque en nuestro acuerdo estaba todo incluido, la noche, la morfi y al otro día la expedición en camello). Entonces nos relajamos, nos pegamos un buen baño y nos quedamos disfrutando de la puesta del sol sobre las dunas del desierto. Cuando se hizo de noche nos sirvieron un tajine de carne con huevos espectacular. Es el típico plato marroquí, ponen carne con aceite de oliva, papas, zanahorias, cebolla, comino (a todo le ponen comino) y otras especias, todo adentro de una olla y lo dejan hacer a fuego lento. Estaba excelente. Después aparecieron unos muñecos con tambores y se mandaron una especie de batucada muy entretenida. Para terminar se armó una ronda de chistes. Me quedé con hamed y uno de los guías del desierto contando chistes hasta las 3 de la mañana. Nos cagamos de risa sin parar. Es que habiendo tan buena vibra, como en ese lugar al pie del inicio del sahara, no podés pasarla mal. Cuando nos fuimos con la petisa a dormir nos dimos cuenta que nuestro cuarto había sido invadido por cientas de mariposas o polillas nocturnas, andá a saber qué mierda eran. Tapados hasta la cabeza los dos, escuchando cómo aleteaban en la oscuridad y riéndonos, nos quedamos dormidos.