Friday, March 17, 2006

Conduciendo a miss daisy

Finalmente me fui para córdoba el fin de semana. Después de haber visto al gran santana desplegar un enorme repertorio el jueves y aprovechado el horario casi medianoche de mi partida el viernes para deleitarme un buen rato con los ruidosos hermanos gallagher (en ambos casos desde el balcón de mi amiga y vecina lucy), me subí al urquiza con los cuentos completos de abelardo castillo. Leí un par bastante bien resueltos hasta llegar a la parada en que subió la petisa y ella me prestó un par de mini abrigos para combatir el aire polar acondicionado. Siguieron una parada con empanadas fritas y apolillo continuado durante muchas horas. Me desperté en la terminal, 8.25 a.m.

Caminando llegamos al hotel urbano, a unas diez cuadras, y encontramos a la adelantada madder en pleno desayuno. Pegamos una habitación para nos, desayunamos y llamé a mi prima daisy, la novia. -Te quería pedir un favor, quiero que me lleves a la iglesia esta noche. -No me digassssss, un honor prima, es mi primera vezzzz. Arreglamos horario de encuentro y encaramos con la petisa a disfrutar de un día de sol en las sierras.

La idea era rastrear unos terrenos desperdigados cerca de carlos paz, que el abuelo de la petisa había comprado unos cincuenta años atrás. Toda una odisea. Tomamos un colectivo hasta icho cruz y fuimos detrás del primero. El pueblo es muy pintoresco y lo atraviesa un río bastante bajo. Decidimos parar en una de las playitas y armar un almuerzo picnic. Después de comer nos bañamos en el río y caminamos un rato siguiendo su curso. Al rato, encaramos nuestra misión, subiendo la sierra nos situamos en lo que creímos era el lugar indicado. Para un lado, altas casas. Para el otro, construcciones de chapa, muy precarias. Quedaba en la orilla misma, digamos. Dos enormes perros nos hicieron replegar a ladrillo partido. Ubicamos un señor en una inmobiliaria del pueblo que nos explicó bien la situación: el terreno quedaba en realidad sobre una calle que no existía, es decir, si bien figuraba en el plano del pueblo nunca la habían materializado. La calle que nosotros habíamos visto la habían hecho los vecinos arbitrariamente, por comodidad, pero sin respetar el trazado comunal. Eso y la vecindad con el barrio precario desvalorizaba mucho el lote. Las alternativas: liquidarlo a unos $ 8.000 o contratar gente idónea que abriera la calle hasta ahora inexistente. La vista de las sierras invitaba a soñar con una casa en ese lugar. Pero para eso habría que ocuparse en serio y laburar mucho. Mientras tanto, caía la noche y se acercaba la hora señalada para mi compromiso de chofer nupcial. Emprendimos el regreso a la ciudad.

Llegué al hotel puntualmente. Mi prima daisy, con su cuello de cisne y su interminable vestido blanco era, quizás, la novia más linda que vi en mi vida. Estaba histérica. Pelé un enorme repertorio de chistes para aflojarla un poco, mientras ella repetía: -Quién me manda a mí a hacer esto, cuando podría estar en el super comprando la comida para la noche. Qué necesidad, no te cases nunca primo. Muy gracioso escucharla. Me pusieron al volante de un chevrolet astra que tuve que buscar en el garage del hotel. Recogí a daisy y césar (mi primo, que ofició de padrino) y partimos. La ansiedad nos hizo salir con mucha anticipación y había otro casamiento antes, con lo cual no quedó más remedio que dar vueltas y vueltas por toda la ciudad. Debemos haber pasado cuatro veces por el chateau carreras, por ejemplo. Manejé y manejé con una novia en el asiento de atrás, una experiencia realmente inédita. Cerca de nuestro destino, me distraje charlando con la prima y casi me lo pongo a un tachero que clavó adelante nuestro. Hubiera sido muy bizarra la escena. Al final, con un poco de atraso, llegó el momento cúlmine. Estacioné justo en la puerta y todas las miradas se posaron sobre nosotros. Me perdí la entrada de los novios mientras estacionaba el auto, pero todo salió perfecto.

La ceremonia fue muy agradable. La madder estaba muy emocionada, seguramente pensando en quienes ya no estaban para ver el acontecimiento. Mis sobrinitas coronadas de flores pasaban corriendo de acá para allá. Toda una postal familiar. Yo también me emocioné un poco.

La fiesta fue en un salón cerca de la iglesia. Esta vez me tocó trasladar a ambos novios, con la petisa de copilota. El civil fue ahí mismo, en el jardín, con una jueza in situ. Lo mejor: después del consentimiento y el beso correspondiente, arrancó una pirotecnia del carajo, increíble. Los cordobeses son por lo general muy simpáticos, pero los dos amigos de mi primo con los que nos sentaron eran mucho más que eso, me hicieron cagar de la risa sin parar. Entre los tres pusieron una panchería en el centro de córdoba que se llama red hot chili panchos (buen nombre, ojalá la rompan). Hubo asado, mucho baile, cotillón y revoleo. Estuvo bien, pese a algunos cortocircuitos. Como cierre, obviamente llevé a los novios hasta su lecho nupcial. Un lujo el fercho, toda la noche conduciendo a miss daisy.

Al día siguiente, doblados, corrimos con la petisa de un lado a otro de la terminal. Finalmente, luego de una extensa negociación, abordamos un bondi con destino a parque siquiman, un pueblito inhóspito cerca de bialet massé. Ahí quedaban los otros dos lotes, uno a cada lado de la ruta. El lugar es increíblemente energético, lo sentimos apenas llegamos. Yendo hacia el lago san roque, subiendo una sierra, encontramos el primero. La vista era espectacular, abarcando todo un valle lleno de casas de fin de semana a la vera de un arroyito que termina en el lago. La playa del lago parece un basural prácticamente y el fondo está lleno de arbustos. Pero el terreno se encuentra bien ubicado, sobre una calle existente esta vez. El otro lo ubicamos gracias a un viejo quisquilloso que vendía parcelas y tenía un plano de toda la zona. Queda cruzando la ruta, camino a un río de los más lindos que conocí en córdoba, pero en un llano sin paisaje y rodeado de otro tipo de casas, un poco más modestas. Justo enfrente vive un gordo borracho que no pudo disimular su interés por apropiarse del lote, aduciendo una deuda inexistente y un conflicto judicial sobre la propiedad. Dangerrr. La mejor solución, según concluimos con la petisa: vender ese terreno y quedarse con el más cercano al lago. Al río se puede ir caminando, a caballo o en bicicleta y listo.

Fue un buen viaje. Estuvimos presentes en el casorio de una de mis dos primas favoritas (sí, la otra sos vos, islanube), tuve el privilegio de ser el conductor oficial de la gala, localizamos con exactitud los terrenos del abuelo y disfrutamos de la generosidad geográfica de tan maravillosa provincia (ascochinga, testigo de mi infancia, quedó en el tintero, pero pronto volveré a saldar mi deuda). En el bondi de vuelta, mirando el horizonte desde el primer asiento frente a la ventana, ya de regreso el amor, me di cuenta de lo feliz que me hacen estas pequeñas cosas. De eso se trata, sonreí, de eso se trata. Después cerré los ojos y me quedé dormido.