"Hum -dicen ustedes-. Nuestros deseos son equivocados con gran frecuencia, porque nosotros nos equivocamos en la valoración de nuestros intereses. Aspiramos a cosas inconvenientes porque nuestra estupidez nos hace creer que pretendemos lo que nos conviene. Peor cuando nos lo hayan explicado todo, cuando todo se haya puesto en orden y fijado previamente (lo que es muy posible, pues es una tontería creer que ciertas leyes de la naturaleza van a ser siempre indescifrables), es evidente que ya no habrá sitio para los deseos. Si nuestra voluntad se enfrenta con nuestra razón, podremos razonar y no desear, ya que a un ser que razona le es imposible desear estupideces, ir conscientemente en contra de la razón, perjudicándose a sabiendas..."... Pero la razón es la razón, y sólo satisface a la facultad razonadora del hombre. En cambio, el deseo es la expresión de la totalidad de la vida humana, sin excluir de ella la razón ni los escrúpulos; y aunque la vida, tal como ella se manifiesta, suela tener un aspecto desagradable, no por eso deja de ser la vida y no la extracción de una raíz cuadrada. Yo deseo vivir dando satisfacción a todas mis facultades vitales y no únicamente a mi facultad de razonar, que no representa, en suma, sino la vigésima parte de las fuerzas que hay en mí. ¿Qué sabe la razón? Únicamente lo que ha aprendido (nunca sabrá más, seguramente. Esto no es un consuelo, pero no hay que disimularlo). En cambio, la naturaleza humana obra con todo su peso, por decirlo así, con todo su contenido, a veces con plena conciencia y a veces inconscientemente. Comete algunas pifias pero vive...
Pero díganme: ¿en qué se fundan ustedes para estar convencidos de que sólo es necesario lo normal, lo positivo, el bienestar en una palabra? ¿Acaso la razón no se equivoca en sus apreciaciones? Es posible que el hombre desee únicamente el bienestar. Pero ¿no es igualmente posible que desee el sufrimiento? ¿Acaso sl sufrimiento no podría ser para él ventajoso como el bienestar? El hombre, a veces, desea apasionadamente el sufrimiento: está comprobado. No hay necesidad de ir a consultar sobre este punto a la historia universal. Pregúntenes ustedes a sí mismos; les bastará ser hombres para responderse, por poco que hayan sufrido. Si quieren conocer mi opinión personal, les diré que es incluso inconveniente desear únicamente el bienestar. ¿Esto está bien?, ¿está mal? No lo sé. Pero lo cierto es que a veces resulta en extremo agradable romper algo. No es que yo defienda precisamente el sufrimiento o el bienestar: lo que defiendo es mi capricho, y lucharé, si es preciso, para que se me garantice.
F. Dostoievski, Memorias del subsuelo.