Si bien la historia es bastante previsible, por momentos inverosímil y plagada de lugares comunes (el beso bajo la lluvia, el amor frente al hogar crepitante), es precioso el tratamiento que Mucci brinda a cada imagen, a sus colores, a su luminosidad, especialmente en las partes rodadas en Villa Gesell. En ese sentido no es casual la elección de Cid, que si bien en algunos pasajes aparece algo afectada en su hablar consigue, a través de su bellísimo y expresivo rostro que ilumina por sí solo la pantalla, cautivar al espectador, ayudada también por su vivaz vestuario y su original corte de pelo a lo Audrey Tautou.
(publicado en La Guía del Ocio en Buenos Aires, edición de septiembre)