El martes 24 de junio tuvo lugar la última presentación de Los Cafres en La Trastienda. Una hora y cuarto aguardó la nutrida concurrencia el inicio del show, pero apenas sonaron los acordes del primer reggae la espera quedó en el olvido. Porque la banda luce aceitada en vivo, suena muy bien y, tanto sus letras como sus melodías son agradables y pegadizas, invitan a cantar y a bailar. Y Guillermo Bonetto, todo de negro –incluidos su sombrero y anteojos-, previo disculparse por la demora y por un supuesto estado gripal (que no afectó para nada su canto durante el concierto), se apoderó de la escena por completo, como es su costumbre en cada ritual cafre.
Una vez más la excusa del show fue presentar, por partida doble, los últimos discos de la banda: Hombre simple y Barrilete. Y luego de llenar el Luna Park poco tiempo atrás y de dos funciones la semana anterior, se encontraron con una Trastienda casi completa. Arrancaron con los temas nuevos Barrilete, Momento y Verte bien, los vientos sonando a la cabeza (preciosa la flauta traversa) y Bonetto moviéndose como una gacela sobre el escenario. Le siguió Mostrame cómo sos, del álbum Quién da más (2004), que ejecutaron enganchada con la bella Tus ojos, perteneciente al disco Suena la alarma (1997).
El cantante, que supuestamente estaba engripado, se lució en la interpretación de las nuevas Agua e Isla (en ésta última volvió a destacarse la flauta traversa). Y dio paso a La foto de Zapata, incluida en Instinto (1994) e Instinto dub (1995, gran versión), enlazada sin interrupciones con Hijo, también de Quién da más. Bonetto, entusiasmado, decidió entonces quitarse los anteojos para cantar el clásico Aire (versionada en forma exquisita por la banda), a la vez que miraba, sonreía y estrechaba las manos de la gente cercana al escenario. Engancharon una vez más, esta vez con otro clásico: De mi mente, quizá una de las mejores canciones del grupo, en uno de los momentos más celebrados por la gente. Y fue el momento de Loco, cerrado con un solo de vientos muy ajustado.
Hubo entonces un intervalo de unos quince minutos y Los Cafres regresaron para hacer varias canciones más. Y Bonetto siguió cantando: en inglés, cambiando el registro de su voz, bailando como sólo él lo sabe hacer, actuando e interactuando con su público: por momentos se asemeja a un encantador de serpientes o, mejor dicho, si nos atenemos a sus movimientos, a la propia serpiente cuando baila encantada.
Los vocalistas de Iluminate, invitados para la ocasión, rapearon a más no poder la letra de Hombre simple en forma muy lograda. Y fue ésta, probablemente, la perla de la noche, porque la versión fue arrolladora y deliciosa.
Corazoncito fue el momento de máximo lucimiento para los solventes vientos de la banda y la oportunidad que encontró Bonetto para despedirse de la gente hasta la próxima ocasión. Porque luego vino el cierre a todo reggae, con las clásicas Si el amor se cae, Bastará (a toda voz rastafari) y La receta, que convirtieron a La Trastienda en una verdadera fiesta de ritmo y brazos en alto.
(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)