El debut como directora de la experimentada Inés Braun (que fuera asistente de dirección de Damián Szifrón, Eduardo Mignona y Ariel Winograd) es en verdad auspicioso. No solamente por la originalidad de su enfoque sino también porque ha filmado una película muy linda, nunca mejor dicho, aunque suene poco erudito. La forma en la que trata Buenos Aires con su cámara, el recorrido que efectúa por distintos campos artísticos (nos pasea en poco rato por una intervención plástica, una obra de teatro bastante bizarra, un bellísimo concierto de piano y una vernissage, para acabar filmando una película dentro de su propia película, en una suerte de ejercicio de metacine), lo pintoresco de las locaciones cerradas (el Bar La Ronda, la casa de Luis el pintor, etc.) y, sobre todo, la música escogida para acompañar cada escena (con su pico más alto en un desgarrado Estadio Azteca de Andrés Calamaro), contribuyen a que ver esta película resulte una experiencia realmente placentera. El planteo argumental es, como su nombre lo indica, una ronda, en la que seis personajes se van relacionando sentimental y sucesivamente uno con otro hasta volver al punto de partida, en una especie de círculo vicioso y a la vez virtuoso. Se narran en el film historias creíbles, sin absurdas pretensiones ni dramatismos nacionales, de esas que pueden pasarle a cualquiera. Tal vez resulte un tanto lineal su tratamiento y hasta puede que alguna de las conexiones entre una y otra pareja sea más abrupta de lo deseado, pero en conjunto el producto final es homogéneo y satisfactorio. En lo que hace a los intérpretes, sin duda fue un acierto la elección de la carismática Sofía Gala para el papel de Lucía, la camarera, que no sólo sorprende por su gracia y soltura, sino también sale muy bien parada de su incursión en los números musicales que abren y cierran la cinta. Pero Rafael Spregelburd, hombre de teatro que debuta en cine en el rol de Luis, el pintor de paredes confundido por uno de cuadros, es probablemente la revelación de la película: cada intervención suya resulta fresca, impecable. Qué decir de Mercedes Morán (Mónica, la solitaria señora mayor), ella siempre está bien, siempre resulta convincente. Algo desdibujado, quizá, el personaje de Fernán Mirás (Javier, el vendedor inmobiliario), sobre todo al final de su aparición. Completan el elenco el coguionista Walter Jakob, que interpreta al cineasta Max: un tanto rígido en la galería de arte y ya mucho más suelto en el set de filmación, y la bellísima Leonora Balcarce, correcta en su papel de rubia frívola y tonta.
(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)