Wednesday, June 25, 2008

Antonio Birabent: solo en la calle Corrientes

Antonio Birabent es un tipo sencillo, que gusta de compartir sus numerosas canciones (cuenta con diez discos en su haber) y generar una intimidad con su público. Así lo ratificó el domingo 22 de junio en el Teatro Metropolitan de la calle Corrientes, en un concierto llano y algo solitario, que arrancó sin demasiadas pretensiones y de forma muy agradable, aunque luego finalizara con la asunción de ciertos riesgos innecesarios no del todo bien resueltos.
Un poco más tarde de lo esperado, el músico – actor se presentó en soledad, munido únicamente de su guitarra acústica y guarecido bajo un saco y un sombrero oscuros. Previo autodenominarse como un producto de las ciudades (un “ser urbano”), abrió la noche, precisamente, con un tema de su álbum Buenos Aires (2003), llamado Bienvenida seas, para seguir con Demoliciones, del disco homónimo, compuesto en Montevideo.
Luego de homenajear a las dos orillas del Río de la Plata, echó mano de un termo lleno con té de jengibre que lo acompañaría en gran parte de la velada y que luego trocaría por un vaso de vino tinto. Birabent adujo estar mal de la garganta, pero lo cierto es que no se notó: su voz lució clara en cada interpretación.
El show prosiguió con la conocida Hombres justos, de su disco Tiempo y Espacio (2005), cuya versión en estudio fue grabada a dueto con Pity Álvarez, y luego con Río en espiral, una bella canción ejecutada con armónica y guitarra eléctrica, que para orgullo del cantautor fue grabada por dos grandes: León Gieco y Mercedes Sosa.
Fue el turno de otra letra dedicada a Buenos Aires, la interesante Sos verano, precedida por el chillido de un niño mezclado entre la audiencia. Birabent fue grabando su propia base en escena mientras le hablaba a su ciudad: primero unos golpeteos sobre su guitarra, luego un acorde y otro, un pequeño solo y, finalmente, distintas voces. El resultado fue satisfactorio y novedoso y acabó con el músico bajando el volumen justo antes de que las luces se apagaran. Una lástima que con el correr del concierto terminara abusando de su propia originalidad, convirtiendo la rareza en recurso, con el consecuente desvanecimiento de su efecto inicial.
Una banda que sonó poco pero muy bien, compuesta por batería, guitarra, bajo y trombón, se unió al anfitrión para hacer otras dos canciones de Demoliciones (2007): El fuego que está por venir y la hermosa El sueño de la ciudad (también dedicada al Uruguay). Y quedó sabor a poco, porque el acompañamiento se retiró y, hay que decirlo, la fuerza escénica y sónica había escalado con mayoría de músicos en acción. Pero Birabent, desde el título de su concierto: “Solo en la calle Corrientes”, ya había apostado por este formato.
Sin embargo, la retirada de la banda dio lugar a la aparición de los invitados. Ariel Minimal se le sumó en otra composición del cd Buenos Aires: El fin de la noche, en lo que fue uno de los puntos más altos de la noche. Luego hubo una devolución de gentilezas e hicieron un tema de Pez, la banda del visitante. Y le siguió una osadía vaticinada por el propio Birabent: la interpretación a dos voces (con algunos desajustes), sin micrófonos y acompañados por dos pequeñas guitarras, junto con Lisandro Aristimuño, de dos viejas canciones de Anatomía (2000), aquella que le da nombre al disco y Aishteru (te amo en japonés). Quizá haya sido desacertado correr menudo e innecesario riesgo.
La versión de la beatle You´ve got to hide your love away que le siguió, en cambio, estuvo muy bien. Y continuó in crescendo la atención de su público (que fue indulgente con los reiterados tamborileos del cantautor sobre su guitarra), con la clásica Salgo a caminar y con Una vez, ambas de su debut discográfico Todo este tiempo (1994).
Hubo tiempo para un estreno, el tema inédito Te lo ruego (muy interesante), y también para la bella y eléctrica Madrid (gran letra), del disco Azar (1997), aunque fue aquí que comenzó su insistencia con la grabación de sus bases en el escenario, recurso que logró deslucir el tema Libélula (otro de Azar) que posiblemente hubiese sonado más convincente respaldado por su banda, sobre todo a la vista de la ajustada performance de ésta (con guitarra slide incluida) a su regreso para hacer Viejo barrio (los músicos de la banda se limitaron a tocar canciones del último disco) como despedida.
El bis volvió a encontrar a Birabent solo frente a su público. Dos canciones más, entre ellas Guitarras rotas. Y todavía un poco más de grabación en escena. Final con armónica y linterna apuntando al público para un espectáculo con ciertos altibajos: bellas letras, camaradería y agradables melodías entre sus puntos altos, apelación reiterada a recursos que se agotaron al momento de su utilización primigenia, entre sus desaciertos.

(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)