Ayer a la tarde guardé mi furia en el bolso, me disfracé de intelectual y me fui a la peri no tan férica ($ 5 la entrada). La propuesta me resultó interesante, mucho dibujo, diseño, pintura, para colgarte y mirar y mirar y seguir mirando (hacer uno antes debe ser ideal). La charla que me había convocado no fue difundida de la mejor manera y terminamos siendo poquísimos escuchas. Los muchachos no fueron anunciados por nadie, tuvieron que autopresentarse. Una pena, porque tanto lo dicho por Terranova como lo dicho por Mairal resultó muy provechoso y estimulante, por el cabal conocimiento que ambos compartieron con el público (escaso pero atento), acerca de lo que está pasando en la narrativa nacional contemporánea, tanto en lo referente a estilos y formatos como a autores. De verdad, muy ilustrativo, gracias muchachos.
Finalizada la exposición, raudamente partimos a nuestra cita con la pelota de todos los jueves en el microestadio oupen gayo. Tras una interminable batalla, disputada en inferioridad numérica (siempre falta alguno de los convocados por Terra, no se sabe bien por qué), logramos remontar un 7 a 0 abajo y llevarnos un triunfo absolutamente heroico. Rexona, con el corazón en la mano, nos guió hacia esta hazaña inolvidable, al sacrificado cocinero salvaje (que no trepidó en quedarse largo rato de último hombre), a la saludable nueva incoporación Maxi Tomas, de gran criterio en su gambeta y distribución, y a quien les habla, que luego de varios tiros en los palos entró en buen romance con el arco contrario. A falta del quinto jugador, por momentos se sintió el espíritu del inclaudicable capitán Llach empujando desde el fondo, contagiando su fuerza a nuestro habilidoso líder.
Después, promos de pizza, fainá y cerveza, charla, opiniones, literatura. El éxito de La Joven Guardia (antología de cuentos seleccionada por Tomas), la próxima salida de El Interpretador (publicación virtual liderada por Incardona) la semana que viene, los flamantes libros de Cucurto, Mairal, Casas, Terra (parece que sale el lunes).
En fin, un placer. Me olvidé de la furia, me bajó la temperatura, me fui a dormir muy relajado. Como bien leí por ahí en un comment, el fulbo de los jueves ha pasado a ser una terapia insustituible, o al menos para mí.