-¿Por qué se burla tanto de la seriedad en la literatura?
-Si no, se vuelve algo muy difícil de hacer, y el arte tiene que ser liberador, no es para que se esté sufriendo. No se puede hacer algo que no se disfruta, demasiado ya con el trabajo. La vida es demasiado corta para agregar más obligaciones de las que uno tiene, y si encima la literatura te hace sufrir... No me gusta el concepto de trabajo y del rigor técnico que se tiene en la cultura "alta". A mí me gusta escribir livianamente, tranquilo, sin presiones, quiero que sea algo llevadero y entretenido porque así está más relacionado con la vida de uno. Y no estar esperando escribir "la gran obra", "el gran libro", todo eso no existe, para mí no tiene sentido.
-¿Por qué?
-¿Escribir un gran libro? ¿Para qué? La literatura no influye sobre la realidad ni puede cambiarla. A mí me gusta leer poesía, novelas, pero eso no está por delante de la vida. También me gusta el fútbol, y bailar. No me imagino escribiendo toda la vida libros ni en pedo, ni loco.
-Usted rechaza la estética de la prolijidad en la escritura. ¿Qué le aporta la desprolijidad?
-La libertad y el error, te podés equivocar y no pasa nada, te permite no estar atado ni presionado por nada. La desprolijidad en la literatura te hace bien, es algo sano; en cambio, cuando escribís el gran verso, te deprimís. Esa gente que dice que rompe todo lo que escribe, lo tacha o lo corrige mil veces, yo me pregunto para qué, si va a quedar peor o igual. Pero está ese concepto "yo escribo mucho", "corrijo mucho", "no muestro algo hasta que no está terminado", "estoy escribiendo hace diez años". Yo digo ¡¡¡no!!! No podés estar escribiendo 10 años, es una locura...
(de la entrevista a washington cucurto publicada en cultura de Página/12, el 9 de noviembre de 2005)