Thursday, January 25, 2007

Un hijo en la morgue

"Mi marido fue a la morgue y miró el cuerpo. Yo le di, doblada, la ropa con que debía vestirlo. Le di su jean nuevo y una remera blanca, todo limpio, doblado, planchado. Las saqué yo misma de un cajón. Él fue y se paró frente a una mesa de acero inoxidable y miró el cuerpo desnudo de nuestro hijo. Me lo contó una noche, una madrugada, en la mitad de la noche. '¿Cómo era?' le pregunté. Y él me contó cómo era el cuerpo de mi hijo, porque él lo había visto, parado junto a una mesa de acero inoxidable, en la morgue: vio la mata de pelo negro que le rodeaba el sexo, convertido, al fin de veintitrés años, en el sexo de un hombre; vio las bolsas pálidas que eran sus testículos -porque Francisco era hombre y tenía testículos-, vio el pecho franco y la faja de pelos subiendo hasta el ombligo, como una ría y después abriéndose y ramificándose sobre el pecho de mi hijo; vio las manos bonitas, bruscas, de hombre, de mi hijo; vio un hombro, salido, partido, desfigurando la perfecta simetría del cuerpo de mi hijo; vio un pie, laxo, caído, como si fuera un guante sin nada adentro; vio las uñas de ese pie; vio la herida que partía la frente de mi hijo muerto. No le importó, entonces, que ese hombre gris que lo había guiado entre mesas de acero inoxidable lo mirara llorar y acariciar las piernas de hombre, el pecho de hombre, los brazos de hombre, el sexo de hombre de nuestro hijo muerto. Y al posar la mano sobre una de las piernas, sintió los vellos ríspidos pero suaves que cedieron, cálidos y él mismo -me lo dijo- hubiera jurado que la piel de la cual surgían todavía era una piel viva. Pero no, era fría y tensa, porque nuestro hijo estaba muerto."


(Fragmento del cuento "Francisco muerto, suicidado" arbitrariamente escogido por superloyds. El cuento forma parte del libro 00, de Federico Falco, publicado por Alción Editora en el año 2004)