La noche de año nuevo en neuquén, que también fue la noche siguiente a los villancicos brutales, el tigre oyola nos regaló estas hermosas palabras:
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; son las que se reunieron la noche de anoche, la noche anterior al fin de año 2006 para celebrar nuestros villancicos brutales.
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; había en el Arpillera Cultural -de la siempre sonriente Diana- cuando el Arpillera Cultural, de ese sábado 30, fue nuestro.
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; es la cifra de una utopía coqueteando con la realidad, es el número del sueño de un poeta neuquino que jugó a la quiniela, y salió primero.
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; es lo que mide el abrazo, el cariño sincero, entre dos escritores, que –más allá de geografías- se reconocieron como seres de una misma especie.
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; es con lo que se paga un laburo en el que se puso todo para sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos.
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; no sé si decir que es lo que amortizamos por cada cosa que dejamos de hacer, que dejamos de lado, que nos perdemos, cuando nos ponemos a escribir.
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; valen ese verso de “Magia/Veneno”, porque el recital de los villancicos brutales es ver lo que se pedía, lo que podemos y lo que se queda en intento.
Y sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; fue lograr que lo que escribimos se corporice a través de sus propios autores y que trascendiera nuestra intimidad, nuestro circuito, fue abrir el círculo.
Sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos; es lo que les deseo, es lo que nos deseo para el próximo año y los que vendrán. Eso, y que cada uno siga atendiendo su juego. Que sentemos el culo y sigamos escribiendo.
Para después, salir a la arena, pisando fuerte, orgullosos de lo nuestro, para mostrarlo, para compartirlo, para hechizar, a un número que desde ahora siempre va a ser el de sesenta y cuatro personas, más de diez afuera, y nosotros, más o menos.