Sunday, August 06, 2006
Purmamarca
A poco tiempo de tilcara, se encuentra este pequeño pueblito encajado entre altos cerros. Por quince pesos podés subir a las salinas grandes, un lugar alucinógeno si los hay. El camino ya te mata, subís metros y metros sin darte cuenta. Coqueando todo es más fácil, imposible apunarte. Vas viendo el cerro de los siete colores (que tiene muchos más que siete) y llegás hasta una planicie toda blanca que no se puede creer. Dan ganas de salir corriendo y no parar nunca. Se trata de un antiguo mar que se secó por completo dejando toda la sal ahí: increíble. Hay tipos que con una especie de sable hacen figuras con la sal dura e incluso, en el lugar, hay construcciones hechas de sal. La bajada es mucho mejor que la subida, porque los cerros van cambiando de color en cada curva y te dejan de la nuca. Después, tenés la plaza central repleta de artesanos para pasear un rato largo y comidas típicas como locro y cazuela de cordero siempre al pie del cañón. Muchas fotos, un poco de distancia y después no tanto. Purmamarca y su marco, casi como un cuento de hadas con final feliz, por supuesto.