Tuesday, August 08, 2006
Cachi
Temprano a la mañana nos entregaron el corsa. Saladito el tema, pero casi imprescindible para el circuito que teníamos pensado. La idea: atravesar los valles calchaquíes a través de la ruta 40 (la mayor parte del tramo en ripio), visitar distintas bodegas, entrar a tucumán por tafí y devolver el auto en san miguel. Saliendo de la ciudad paramos a desayunar en una estación de servicio. Pero no en cualquiera, sino en la YPF de la cual mi amigo es encargado. Tomamos un café los tres juntos y nos despedimos, pese a su insistencia en que nos quedasemos a la carrera del tc y a ver al ciclón que jugaba el domingo en jujuy. A los pocos kilómetros la ruta comienza a subir y se vuelve ripio para atravesar la cuesta del obispo, un camino espectacular. Frenar en los miradores que existen en las distintas curvas y mirar para atrás es increíble, se puede ver cómo la ruta serpentea entre montañas de terciopelo formando dibujos de todo tipo. Cuando empieza a bajar podés desviarte al valle encantado, donde predominan más el rojo y el verde. El valle está franqueado por piedras en las cuales, con un poco de imaginación, se pueden detectar las más insólitas figuras. Finalmente se accede a una eterna recta, ya asfaltada, que me hizo acordar un poco a la ruta del desierto, aunque con lomas y la vista, a lo lejos, de algunos picos de nieves eternas. Esta recta termina en el ingreso a cachi, un pequeño pueblito muy antiguo con construcciones de estilo colonial, calles de piedra y veredas altas y angostas. Casi como viajar al pasado. Con la petisa nos sentamos sobre la plaza central, frente a la iglesia, a comer una pizza de queso de cabra con cerveza salta negra. Después recorrimos distintas cuadras tomando fotos de sus rincones más pintorescos y, ya cuando caía el sol, partimos rumbo a molinos a pasar la noche.