Wednesday, August 27, 2008

Bernard Fowler, corista de los Rolling Stones

Sacudiendo las trenzas al ritmo de su pandereta, el enorme y moreno corista de la más legendaria banda de rock se presentó en un ND Ateneo casi completo, para seguir compartiendo con su fiel público porteño su álbum solista Friends With Privileges.
Secundado por una prolija banda local, integrada por Ramiro Gómez y el virtuoso Gonzalo Lattes en guitarras, Omar Serna en teclados, Sebastián Ayala en batería y el glamoroso bajista Zorrito Von Quintiero, arengó constantemente a un público que encontró exactamente lo que había ido a buscar: rock & roll en general y Rolling Stones en particular.
Alguno podrá decir que el repertorio fue excesivamente stone para un músico solista con aspiraciones de desarrollar una carrera solista, y tal vez sea cierto. Pero no menos cierto es que Fowler logró crear un ambiente de ritual con los asistentes al concierto, que celebraron largamente cada uno de los temas ejecutados y con enorme gusto se dejaron seducir por su carisma.
Con reminiscencias de Jagger, el moreno es un derroche de histrionismo: baila, juega e interactúa con su público, lo hace cantar o ponerse de pie, susurra, ríe y se divierte. Y se suceden en escena la clásica Miss You, la poderosa You Got Me Rockin, una improvisada versión casi a capella de As Tears Go By, las maravillosas Beast of Burden, cantada con pasión, y Wild Horses, con un toque más personal.
La banda luce ensamblada y suena bien en general, destacándose en sus solos el guitarrista Lattes. Pero hay lugar también para músicos invitados, suben primero los vientos de Los Auténticos Decadentes, Pablo Rodríguez (saxo) y Ariel Tenenbaum (trompeta), sumándose luego un Sarcófago algo errático pero reiteradamente ovacionado por el público.
De su disco Friends With Privileges, suenan New York Time y Get Away, intercalados con más fiesta stone: She´s So Cold, terminada en gran forma, Can´t You Hear Me Knocking, con algún problema de sonido y un saxo muy logrado y, ya en el final, She Was Hot y una interminable Jumpin Jack Flash que llevó a la gente a su punto más alto de euforia.
La perla: una impecable versión tocada a poco de iniciado el concierto, con solo de guitarra incluido, de Red House, esa bellísima canción de Jimi Hendrix.

(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)