
Vuelta a los clásicos, llegó la hora de Para Entender y la gran Silencio, con su bella base de piano, las dos incluidas en el álbum Armando Camaleón (2004) y en ese fantástico cd que es Tipitorex Vivo (2006). Y cerraron la primera parte antes del intervalo con otra canción nueva: Vivelo.
Después de la pausa, retomaron con un lento precioso tocado en forma acústica: En la Vida, con el baterista Pablo Tévez tocando la guitarra y un activo Federico Bugallo (que nunca dejó de interactuar con el público) a cargo de un bajo cuadrado y muy pintoresco. De regreso al formato eléctrico, interpretaron Camaleón, de gran contenido social, cantada a cuatro voces en forma casi impecable, sucedida primero por Te Vas y luego por Rap (de su primer disco), muy celebrada, en la que se alternaron uno por uno en el canto (algo difícil de ver en una banda de rock) y sin que decaiga la alta tensión del tema.
En el último tramo fue escalando el fervor de la gente, que concurrió con ánimo de bailar, saltar y hacer pogo frente al centro del escenario. Sobre todo al llegar las clásicas En el Cielo y El Pasillo Mágico (gran teclado de Piancioli), incluidas también en Tipitorex. Le siguieron El Poli y Basta Para Mí, ambas del tercer disco Cocrouchis (1999) y Trip, del cd siguiente: Vintage (2001).
Al momento del final, con un Raúl Rufino muy ajustado en el canto, hicieron Flor Negra, corte de difusión del último disco y la gran Campanas en la Noche, con esa bellísima letra de amor (...No existe el olvido...). El epílogo del show encontró a los cuatro entrañables músicos sumergidos en una ovación, dejando que las manos de los espectadores tocaran sus instrumentos. Fue una verdadera fiesta, plagada de energía y de canciones muy pegadizas, que hizo que el público se retirara muy satisfecho.
(publicado en www.ocioenbsas.com.ar)