
A poco de comenzar ya se deja planteada la propuesta del formato general: el Chino ha decidido filmar una película sobre la trayectoria de los Midachi y, a modo de director de cine (un tanto rígido en su papel), comienza a dirigir a los distintos personajes que irán saludando desde una grabación que los emite a todos juntos en un cónclave imposible (por la coexistencia de varias caracterizaciones distintas de cada uno de los actores), en una especie de almuerzo con Mirtha Legrand. Y allí vemos las geniales imitaciones de Piero, Drácula, La Mona Jiménez, Mercedes Sosa, Chiribín el cocinero, Diego Torres, el Puma Rodríguez, el bailantero, Ricardo Montaner, Jorge Rojas, la Tota y el Chaqueño Palavecino.
Los tres cómicos entran y salen de una pantalla desflecada, en la cual es proyectada la reunión, mutando entre un personaje y otro, fundiéndose (y des-fundiéndose) con las imágenes. Entre tanto, aparece también en pantalla el conductor Bebe Contempomi, parodiándose a sí mismo al presentar un supuesto Midachi Fest, que será la excusa para la sucesión de los distintos números musicales: desfilan por el escenario Patito Feo, Pity Alvarez, Ricky Martin, la Mari de Chambao, Vicentico, Marco Antonio Solís, Nino Bravo, Babasónicos, Cacho Castaña, Valeria Lynch, Soda Stéreo y (en este caso, el verdadero) Leo Mattioli.
Quizá resulte algo excesiva la interpretación vocal de Miguel Del Sel, aunque de todas formas no cante para nada mal. Pero lo que sin duda es el fuerte de estos grandes cómicos, más allá de la soltura con que manejan sus imitaciones de ya larga data, es el arte de la improvisación: a lo largo de toda la noche no pierden oportunidad para reírse de sí mismos (y de algunos problemas de imagen y sonido), cuando lucen descoordinados con la exuberante producción, ni para ridiculizarse unos a otros por algún yerro o desajuste (y tentarse de la risa), o burlarse de algún espectador de las primeras filas.
Una perla: la escena en que Mónica (Miguel) y Rubén (Dady) se encuentran en un boliche y, alternando ficción y realidad, terminan echándose en cara los supuestos fracasos que tuvieron en estos años de carrera solista, incluidas las incursiones televisivas de uno y el programa Agrandadytos del otro.
El final, muy emotivo, con un video clip que evoca los 25 años de sociedad humorística, resulta el corolario perfecto para este Midachi 2008, que goza de muy buena salud y sigue haciendo reír a carcajada limpia.
(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)