
La historia de la niña judía que cuenta en su diario íntimo (el más leído del mundo) la invasión de los nazis a Holanda, desde la buhardilla que ofició de escondite para su familia entre los años 1942 y 1944, sigue resultando dramática y conmovedora. La pieza alterna pequeños monólogos de la pequeña Anna dirigidos al público, con la representación de la difícil convivencia entre los Frank y los Van Daan en tan pequeño espacio, y en ese sentido resulta clave la certera iluminación de Omar Possemato. La escenografía de Carlos Di Pasquo es estática mas bien distribuida en el espacio y, el vestuario, a cargo de Seedy González Paz, sin duda resulta otro aspecto para resaltar por su buen tino.
Los picos emotivos, los miedos y las riñas internas de la convivencia aparecen logrados, principalmente porque la impecable Anna construida por González se halla muy bien acompañada por sus padres: Otto, perfectamente retratado por Norberto Díaz, y Edith, encarnada por la sólida y convincente Emilia Mazer. La familia Van Daan resulta también fielmente interpretada, aunque con algunos altibajos. Un tanto rígido en el comienzo el joven y ágil Estanislao Silveyra (Peter), que luego va afianzándose con el correr de la obra; al contrario que Susana Pampín (Sra. Van Daan), que arranca muy avasallante y se desdibuja un poco al extenderse demasiado el momento en que le toca, entre sollozos, desprenderse de su abrigo de piel. Gustavo Rey (Sr. Van Daan) y Marcos Woinski (Sr. Kraler) están correctos, aunque no logren dotar a sus personajes de toda la emotividad que éstos les requieren, y conforman en su papel las sutiles Corina Fonrouge (Margot Frank) y Dalia Elnecavé (Sra. Miep). Completando el elenco, encontramos a un José María López muy inspirado, que da vida al Sr. Dussel, otro de los puntos altos de la pieza.
Pero volvamos a Vanesa González, porque su actuación es descollante. Esta joven actriz de 21 años, que aparenta bastante menos y logra hacer creer que es una niña de 13 o 14, se brinda entera y con excelentes resultados, ya que consigue dotar a su personaje no sólo de credibilidad, sino también de una mezcla de emociones encontradas (esperanza, temor, ingreso a la pubertad, amor, culpa, alegría) que transmite al público con absoluta naturalidad. Un gran acierto su elección, que dio lugar a un papel brillante.
(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)