Ratactor insiste en que no dé a conocer el nombre de este lugar. Dice que no lo quiere quemar. Yo le cuento que mi blog lo leen solo unos pocos amigos, pero no hay caso. No lo puedo decir. Pero sí puedo contar que tiene una vibra increíble. Al poco tiempo de llegar ya me sentí como en casa, tal como si viviera aquí. Y la verdad que fue un placer. Olas muy buenas, poca gente en el agua, cuartito alugado en la melhor casa del morro. De lux. La docena de ostras, cinco reais (algo así como ocho pesos). Compramos tres y las hicimos con ajo y perejil algunas y otras gratinadas con un queso casero que encontramos por ahí. Las servimos con un champú que me encargó el turco antes de irse a baires. Qué más decir ?
Surfeando every day uno no puede más que ser feliz. La petisa se para en la espuma casi hasta la orilla, un placer verla metida en ese traje largo a pura sonrisa. Curtimos varias praias caminando por trilhas (senderos) de hasta dos horas, subiendo y bajando morros. Hicimos varias barquitas a islas paradisíacas preservadas naturalmente, donde no te dejan quedarte más de cuatro horas. En esas cosas los brazucas la tienen clara, cuidan, se ponen las pilas para no cagar toda la belleza que les tocó.
Los camaraos me salen por las orejas. Pero son tan ricos...