The ex (2006), que llegó a nuestro país directo al dvd, no es precisamente el título más apropiado para esta entretenida comedia, si tenemos en cuenta que la aparición de un ex novio en la vida de una joven pareja no es el eje central de la trama. Sí lo es, en mucho mayor medida, la serie de dificultades que la relación debe atravesar a partir de la llegada de su primer hijo. Amanda Peet, bellísima (como siempre), aunque sin lucirse como otras veces (Melinda & Melinda, Alguien tiene que ceder), interpreta a la joven madre (Sofía) que deja su trabajo en una firma de abogados para dedicarse a la crianza de su bebé y se pasa la mayor parte de la película con el niño en brazos. El joven padre (Tom), encarnado por Zach Braff (conocido por su actuación en la serie televisiva Scrubs), probablemente el más solvente del reparto y el artífice de cada carcajada que la cinta logre arrancarle al espectador, no es capaz de mantener un trabajo estable, razón por la cual la pareja decide trasladarse de Nueva York a Ohio, donde viven los padres de ella. Es entonces cuando Tom, introducido por su suegro (Charles Grodin), comenzará a trabajar en una muy particular agencia de publicidad. Allí hará su aparición el ex novio de Sofía, un discapacitado llamado Chip (Jason Bateman, lejos de la brillante actuación que nos brindara en La joven vida de Juno), quien desde su silla de ruedas intentará hacerle la vida imposible al nuevo empleado y obtener los favores de Sofía, aunque ésta nunca termine de tomarlo en serio. Pero no sólo los compañeros de trabajo de Tom parecen estar completamente locos, sino todos los habitantes del nuevo domicilio (la vecina de Sofía que la invita con el bebé a una clase de yoga colectiva y desopilante, el cliente principal de la agencia de publicidad que llega de hacer snowboard en los Himalayas). La película, muy previsible, irá tornando a Tom en una especie de monstruo frente a su familia política (casi un lugar común, que trae a la cabeza películas mucho más trascendentes, como El padre de la novia o Tres son multitud –You, me and Dupree-), que acabará arrojando al lisiado por las escaleras y persiguiendo a un niño para hacerle tragar una hamburguesa sin masticarla. Es sin duda Graff quien logra hacer reír y convierte al film en uno de esos para pasar el rato. Como últimas dos cuestiones, debe decirse que entristece un poco ver a la gran Mía Farrow tan devaluada, en un pobre papel de suegra, y que el nombre de uno de los dos autores del guión no tiene desperdicio: se llama David Guion.
(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)