Como no hallo nada sobresaliente que contar de mi vida, no me queda más que esto de los nacimientos, pues ahora me ocurre otro: comienzo a ser autor. De la abogacía me he mudado; estoy recién entrado a la literatura (¡muchas gracias!, dijo la abogacía; ¡nadie me asuste!, dijo la literatura; ¡conmovedor!, dijo la todo es lo mismo impasibilidad) y como ninguno de la clientela mía judicial se vino conmigo, no tengo el primer lector todavía, de manera que cualquier persona puede tener hoy la suerte, que la posteridad le reconocerá, de llegar a ser el primer lector de un cierto escritor. Es lo único que me alegra cuando pienso la fortuna que correrá mi libro: "no toda es vigilia la de los ojos abiertos". No se olvide: soy el único literato existente de quien se puede ser el primer lector. Pero además mi libro, y es más inusitado esto todavía, es la única cosa que en Buenos Aires puede encontrarse aún no inaugurada por el Presidente.
Macedonio Fernández, Autobiografía. Pose n° 1.