"Solo. Su nueva casa es una celda de 20 metros cuadrados. Y su única compañía, los agentes y las cámaras de seguridad que lo vigilan las 24 horas. No puede leer ni mirar televisión. Y, por orden estricta, le cocinan una comida distinta y se la prueban antes por miedo a que intenten envenenarlo. Su salud no lo acompaña y, como sufre incontinencia desde una operación de la próstata, usa pañales (allí tenía escondidos 1.000 euros en el momento de su captura)."
Artículo vinculado a la detención del capo mafia siciliano Bernardo Provenzano, publicado en el suplemento de investigación el Observador del diario Perfil (pág. 8), el domingo 16/04/06.