La versión argentina de Gorda, esa gran obra del estadounidense Neil Labute, aparece muy afilada, no sólo por la calidad general de sus intérpretes, sino también porque el director Daniel Veronese le imprime una mirada local, contemporánea y perfectamente reconocible en nuestra sociedad.
Dividida en siete actos concatenados mediante la acertada escenografía rotatoria de Alberto Negrín, la historia transcurre a partir del encuentro casual entre Tommy y Helena: él caerá cautivado por la personalidad de esa chica distinta, en todo el sentido de la palabra, a lo que estaba acostumbrado.
A partir de allí deberá lidiar con los prejuicios propios y de su entorno laboral, que lo llevarán de aquí para allá en una oscilación emocional interminable. Y los rutilantes y crudos diálogos, si bien parten encarados desde el lado cómico del asunto, seguramente dejarán pensando a más de uno.
Es impecable el trabajo de Goity, sobre todo en lo humorístico. La Helena de la catalana Mireia Gubianas está llena de gracia y desparpajo y el oficio de Jorge Suárez le sobra para encarnar a su frívolo oficinista. Y María Socas, si bien con algún desajuste, logra completar un elenco casi sin fisuras en una puesta magnífica.
(publicado en www.ocioenbsas.com.ar)