El siempre vigente músico rosarino brindó una serie de conciertos a sala llena, en un formato íntimo, con un piano de cola en un cuadrilátero en el centro de la escena, a modo de ring de box, y vestido impecablemente de traje y corbata. Interactuando en todo momento con un público muy animado que celebró cada una de sus interpretaciones, Páez abrió con Cae la Noche en Okinawa, de su último álbum Rodolfo, para luego hacer un repaso por los numerosos hits que alberga su repertorio, mientras invitaba generosamente a distintos invitados a tocar sus temas y también los de ellos.
Se sucedieron entonces Eso Que Llevas, Carabelas Nada, perfectamente enganchada con Amor de Primavera, de Tanguito, la preciosa B. Ode y Evelyn y La Verónica, ambas ejecutadas junto a su cumpa rosarino Carlos Vandera y otro genial enganche entre las clásicas Ámbar Violeta y Cable a Tierra, ésta última coreada por la audiencia en pleno.
Con Claudia Puyó hizo Dos Días en la Vida y Maldigo del Alto Cielo, esa enorme canción de Atahualpa Yupanqui que cantaba Violeta Parra. Y siguió con Waltz for Margie, una deliciosa pieza instrumental dedicada a su hija Margarita, a modo de introducción a la gran 11 y 6. Interpretó entonces Decisiones Apresuradas junto a su coterráneo Gonzalo Aloras y, del disco La la lá, grabado a medias con Luis Alberto Spinetta, Dejaste Ver tu Corazón, acompañado de una Emme algo errática.
Llegaron luego esa gran letra que es Al Lado del Camino, ovacionada por la gente y, en compañía de otro rosarino, el guitarrista Coki de The Killers Burritos, una versión muy stone de Lejos en Berlín. Fue el turno de una bellísima ejecución de Detrás del Muro de los Lamentos y, posteriormente, apoyado en una joven banda integrada por instrumentos como el charango, el cajón peruano y el trombón, de Sasha, Sissí y el Círculo de Baba.
Para el cierre, en uno de los pasajes más altos del concierto, Páez eligió una seguidilla compuesta por La Rueda Mágica, ese himno del disco Ey! que es Polaroid de Locura Ordinaria, la oscura y gigante Ciudad de Pobres Corazones y, mucho más optimista, A rodar mi vida.
En el bis, más clásicos: Yo Vengo a Ofrecer mi Corazón, cantada totalmente a capella, la preciosa Brillante Sobre el Mic y las más poperas Dar es Dar y Mariposa Tecknicolor, intercaladas con un feliz homenaje al maltrecho Charly García, que incluyó una versión exquisita de Desarma y Sangra, ese maravilloso tema de Serú Girán. Y con un solo de piano dio punto final a un show larguísimo que dejó a su público encantado.
(publicado en http://www.ocioenbsas.com.ar/)