Le gustaba apostarle al destino y sabía que la suerte era fundamental para la victoria, pero confiaba en su "técnica". Mientras esperaba a su presa, que se demoraba dentro del cajero de Colonia y Julio Herrera, se imaginaba la corrida entre la gente sin sacar la vista del objetivo. Después, el manotón y los gritos que iba dejando atrás mientras revisaba la billetera robada. La víctima salía del cajero. Corrió derecho a él. La ductilidad era tal que pudo meterle la mano en el bolsillo casi sin dejar de correr. Sintió el dinero en su mano. De pronto dos policías de la Turística lo empezaron a seguir: eso se llamaba problemas. Dobló por Río Branco con tanta "suerte" que pasó por la puerta de Policía Turística y otros dos policías se unieron a la persecución. Desesperado volvió a doblar y alucinó: de frente venía una moto policial. Él lo sabía: eso se llamaba perder. Pero no era todo. En ese momento se dio cuenta que corría con $ 25 porque el hombre llevaba el grueso del dinero en la camisa. Se detuvo. Ya sentía las manos de los policías que lo agarraban. Pensó que no tendría que haberse levantado de la cama, pero ya era tarde.
(crónica policial publicada en el diario el país de montevideo, el día sábado 18 de noviembre de 2006)